HISTORIAS URBANAS

Neolaredenses extrañan los años en que las puertas y ventanas de las casas podían estar abiertas

Antes de que la tecnología y la inseguridad dominara nuestras vidas, las personas solían mantener sus hogares abiertos para permitir el viento y la luz natural en sus hogares, mientras sacaban sus sillas y mecedoras para platicar amenamente

Las antiguas pláticas entre vecinos
Las antiguas pláticas entre vecinosCréditos: Internet
Escrito en NUEVO LAREDO el

En tiempos pasados, en un mundo que parece distante para las nuevas generaciones, era una escena común que las puertas y ventanas de las casas permanecieran abiertas y los vecinos se sentaran en sus sillas y mecedoras en la calle para charlar y compartir historias.

En la agitación de la vida moderna, esta costumbre ha ido desapareciendo gradualmente. Las contadas comunidades en México que aún lo practican es como un recordatorio de una época más sencilla.

Ventanas y puertas abiertas

Hace varias décadas, antes de que la tecnología y la inseguridad dominara nuestras vidas, las personas solían mantener sus hogares abiertos para permitir la brisa fresca y la luz natural en sus hogares.

Esto no solo ayudaba a reducir la necesidad de iluminación artificial y aire acondicionado, sino que también fomentaba la interacción social entre vecinos.

Las tardes solían ser el momento ideal para esta actividad. Los residentes sacaban sus sillas a la acera o y compartían anécdotas del día, hablaban de sus familias y se apoyaban mutuamente en sus problemas cotidianos. Era una forma de construir fuertes lazos comunitarios y crear un sentido de pertenencia.

Además, estos encuentros callejeros solían involucrar a personas de todas las edades, desde los niños que jugaban en las banquetas, hasta los ancianos que compartían su sabiduría y experiencia de vida. Era una oportunidad para aprender de las generaciones más antiguas y para que los más jóvenes conocieran a sus vecinos.

Tecnología e inseguridad

Sin embargo, con el auge de la tecnología y la creciente preocupación por la seguridad, muchas personas han optado por cerrar sus hogares y limitar la interacción con sus vecinos.

Las redes sociales y los dispositivos electrónicos se han convertido en sustitutos de esas conversaciones callejeras, pero no pueden replicar completamente el valor de esas interacciones cara a cara.

A pesar de esto, en algunas comunidades, especialmente en zonas rurales o barrios con fuertes lazos culturales, la tradición de dejar las puertas abiertas y platicar con los vecinos aún perdura.

Estas áreas mantienen viva la llama de la comunidad y demuestran que, incluso en la era digital, la conexión humana sigue siendo esencial.

Los días en que era común dejar puertas y ventanas abiertas y platicar con vecinos sentados en la calle son un recordatorio de una época pasada en Nuevo Laredo, en la que la comunidad  y la interacción interpersonal eran fundamentales y con nostalgia se recuerda la importancia de la comunidad en nuestras vidas.