Desde la infancia, la curiosidad es la fuerza que nos impulsa a descubrir y entender el mundo. En nuestros primeros años, nuestra sed de conocimiento se manifiesta a través de preguntas y exploraciones constantes sobre el entorno y sobre nosotros mismos.
Este deseo innato de aprender y comprender se refleja en la forma en que siempre estamos examinando y cuestionando todo lo que nos rodea. Un ejemplo clásico de esta curiosidad es cuando observamos a las aves posadas en cables de alta tensión sin electrocutarse.
Las aves no se electrocutan en los cables
A menudo, al salir de casa, podemos ver a numerosas aves tranquilamente posadas en estos cables de alta tensión. Este fenómeno nos lleva a preguntarnos, ¿cómo es posible que no se electrocuten? Especialmente cuando estas líneas manejan voltajes extremadamente altos, que van desde los 120.000 hasta los 380.000 voltios.
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La respuesta a esta pregunta es sorprendentemente simple y a la vez fascinante.
Los cables de alta tensión están diseñados para transportar grandes cantidades de energía eléctrica a largas distancias y a velocidades muy altas.
La corriente eléctrica fluye a través de estos cables en forma de electrones que se mueven entre dos puntos, permitiendo que la electricidad llegue desde las centrales eléctricas hasta nuestras viviendas.
El secreto
Si uno de estos cables se rompe, los electrones buscarán una nueva ruta. Por ejemplo, si alguien corta uno de estos cables con unas tijeras de metal, la electricidad pasará a través de las tijeras y de quien las sostenga, buscando finalmente llegar a la tierra.
La razón principal por la que las aves no se electrocutan al posarse en los cables de alta tensión se debe a su pequeño tamaño y al hecho de que solo tocan un cable a la vez.
Para que la corriente eléctrica cause daño, debe haber un circuito completo que permita el flujo de electrones entre dos puntos diferentes, como otro cable o la tierra. Las aves evitan este problema al posarse únicamente en un cable, lo que no permite que la corriente circule a través de ellas.
En resumen, las aves no se electrocutan porque su contacto se limita a un solo cable. Esto significa que no se establece un circuito cerrado que permita el paso de la corriente eléctrica a través de sus cuerpos.
Por el contrario, si una ave toca dos cables al mismo tiempo, o si un ave grande con un mayor alcance toca dos puntos diferentes, el riesgo de electrocución es significativo.