Elena Larrea destinó su tiempo y su esfuerzo por el bienestar de caballos, yeguas, mulas y burros, lo que con el tiempo se convirtió en Cuacolandia, un lugar donde estos animales eran libres de maltrato y sufrimiento, en donde recibían las atenciones necesarias para su rehabilitación y comenzar una vida nueva.
Ella se convirtió su amor y pasión por los equinos en un trabajo, en el cual los libraba de todo maltrato, dolor y abandono, su labor desde 2017 fue esa y desde entonces no dejó de abogar e intervenir por todos estos animales que eran explotados por dueños insensibles que solo los veían como una herramienta de trabajo reemplazable, sin preocuparse de su salud o bienestar.
Te podría interesar
Tras su lamentable fallecimiento, Elena ha dejado un hueco enorme en los corazones de sus familiares, amigos y todos los que la conocieron y se convirtió en un emblema de todos los activistas en favor del bienestar de los animales.
Su pronta partida a dejado dudas en la comunidad, sobre quién se quedaría a cargo de Cuacolandia. Lo anterior fue respondido a través de un comunicado por parte del santuario, aunque no precisó, si alguien tomaría el lugar de Elena como imagen del santuario.
“Recordaremos y seguiremos trabajando por todo aquello que con valentía impulsó desde esta fundación. Impulsaremos su legado y amor para que nuestros cuacos, burros y mulares vivan en libertad y en condiciones adecuadas en México y en, este, nuestro santuario de equinos rescatados de maltrato y abandono”, indica el comunicado.
El mismo finalizó reiterando su solidaridad a la familia Larrea.
“Reiteramos nuestras sentidas condolencias a toda la familia Cuacolandia así como a la familia Larrea y a los amigos cercanos de Elena, quien luchó incansablemente por los derechos de los animales”.
El legado de Elena Larrea, es uno que jamás será olvidado y que llenará a otros de luchar por quienes no pueden hacerlo.