HISTORIA

La leyenda de la casa de Aramberri en Monterrey; 90 años del doble crimen

El 5 de abril de 1933 ocurrió el terrible asesinato de dos mujeres que tuvo como 'héroe' a su mascota; ésta es la crónica

La casa de Aramberri tiene varias leyendas.
La casa de Aramberri tiene varias leyendas.Créditos: El Mañana de Nuevo Laredo
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Han pasado 90 años desde que la famosa casa de Aramberri forma parte de las leyendas de Monterrey.

Ubicada en el corazón de la capital regiomontana en el número 1026 de la calle Aramberri, en el oriente del Centro, han surgido muchas historias luego de que el 5 de abril de 1933 una madre y su hija fueron asesinadas en el interior de su hogar.

La casa ha sido una de las más visitadas, es casi un punto turístico obligado al que durante muchos años ciudadanos y turistas curiosos llegaban e ingresaban al interior para conocerlo, aunque el lugar ya se encuentra en ruinas y cuenta con protecciones que impiden el paso.

¿Qué ocurrió en la casa de Aramberri?

Fue un 5 de abril de 1933 cuando la noticia conmocionó a la ciudad. Antonia Lozano, de 54 años de edad, y su hija Florinda Montemayor, de 19, fueron asesinadas en el interior de la casa de Aramberri #1026. Se dijo que habían sido degolladas y que les habían robado 3 mil 600 pesos de aquel entonces.

El dinero era producto de la venta de una antigua propiedad de la familia y de los ahorros que tenían. Eran una familia respetada.

Antonia Lozano

La persona que descubrió a las mujeres muertas fue Delfino Montemayor, esposo y padre de las víctimas, un trabajador de Fundidora de Fierro y Acero.

Se cuenta que Antonia y Florinda se habían arreglado para salir a pasear y poco antes de abandonar su casa alguien llegó hasta su puerta, toca y la madre de familia abre.

El robo y asesinato de la casa de Aramberri

Cuatro hombres sorprenden a Antonia y Florinda, con el rostro cubierto, e ingresan a la casa, sometiéndolas. Cuenta la leyenda que los asaltantes cuestionaron a las mujeres sobre la fortuna que guardaban mientras las amenazaban con armas punzocortantes.

Mientras dos de los hombres las cuestionaban, los otros dos robaban objetos de valor e inspeccionaban la casa. Sin embargo, Antonia logró identificar la voz de uno de los hombres, Gabriel Villarreal, su sobrino, quien le pidió a sus compañeros que abusaran de las mujeres y las mataran.

El testigo que hundió a los asaltantes

En la casa de Aramberri hubo un personaje clave que los asaltantes olvidaron 'borrar' y fue quien los delató.

Delfino regresó a su casa y atestiguó el asesinato de su familia; la casa estaba revuelta y los cuerpos de Antonia y Florinda mostraban varias heridas con arma blanca. Sus rostros estaban desfigurados, habían charcos de sangre y su cabeza estaba casi desprendida.

Cuando llegó la policía y las autoridades, el loro comenzó a repetir frases que fueron claves para dar con los asesinos.

"¡No me mates, por favor no me mates, Gabriel!". Delfino informó que cerca de su domicilio trabajaba en una carnicería un sobrino con ese nombre. 

Afuera de la casa había rastros de sangre que continuaban hasta la casa de Gabriel y adentro estaban artículos que habían hurtado de la familia Montemayor.

El doble asesinato provocó que el gobernador en turno, Francisco A. Cárdenas, y el alcalde de Monterrey, Plutarco Elías Calles Jr., se involucraran y aceleraran las investigaciones, designando a un detective que dio con los asesinos 11 días después.

Emeterio González de León y Gabriel Villarreal se confabularon con los familiares de las mujeres, Heliodoro y Fernando Montemayor, quienes involucraron a Pedro Ulloa, el chofer que los habría trasladado. 

Hubo manifestaciones y mucho interés por los regios de que se hiciera justica. Y el 28 de abril fueron fusilados en La Loma, en Zuazua, pese a tener sentencia de muerte. Los cuerpos de los cinco hombres fueron exhibidos en el antiguo Hospital González, hoy Hospital de Zona.

En la casa se han encontrado en los últimos años materiales de actos de brujería.

La casa fue vendida en el 2009 y desde el año pasado que comenzaron trabajos para limpiar la casa y demoler paredes, con el fin, se dijo, de instalar un restaurante.

Se han publicado varios libros contando varias leyendas sobre lo ocurrido el 5 de abril de 1933 en la casa de Aramberri.