Un antiguo remedio ruso, aparentemente peculiar, ha generado una gran sorpresa en el ámbito científico. La tradición de colocar una rana en un cubo de leche, utilizada para evitar que esta se agriase, cuando no existía la refrigeración, ha resultado ser la clave para el descubrimiento de nuevos compuestos antibióticos, según un reciente estudio de investigadores de la Universidad Estatal de Moscú.
El trabajo, liderado por el químico A.T. Lebedev, ha sido publicado en el Journal of Proteome Research de la American Chemical Society.
Ranas en la leche
El estudio revela que la piel de la rana marrón rusa es una fuente inesperada de sustancias antimicrobianas. Los anfibios, como las ranas, secretan péptidos a través de su piel, los cuales sirven como una defensa natural contra bacterias y otros patógenos presentes en los ambientes húmedos en los que habitan.
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Estos péptidos tienen propiedades antibióticas, lo que los convierte en un candidato prometedor para el desarrollo de nuevos fármacos.
Hasta el momento, investigaciones previas habían identificado 21 sustancias antibióticas en la piel de las ranas. Sin embargo, Lebedev y su equipo fueron más allá, utilizando avanzadas técnicas de laboratorio que les permitieron descubrir 76 compuestos adicionales con propiedades antibióticas.
Entre ellos, algunos han mostrado una eficacia comparable a la de antibióticos de uso común contra bacterias como Salmonella y Staphylococcus aureus.
Herramienta bacteriana valiosa
Este hallazgo podría tener implicaciones significativas en la lucha contra las infecciones bacterianas, especialmente aquellas causadas por cepas resistentes a los antibióticos convencionales.
Los investigadores sugieren que estos péptidos podrían ser una herramienta valiosa para prevenir y tratar infecciones resistentes, además de explicar fenómenos tradicionales observados en comunidades rurales que han utilizado este tipo de remedios ancestrales.
El descubrimiento abre nuevas posibilidades para la medicina moderna, al integrar saberes antiguos con avances científicos, y reafirma la importancia de explorar la biodiversidad para encontrar soluciones innovadoras a los desafíos sanitarios contemporáneos.