LEYENDAS

Música: este violinista hizo un pacto con el diablo para ser el mejor

Su nombre es Niccolo Paganini, artista emblemático con el violín y uno de los más virtuosos en interpretar este melódico instrumento

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La leyenda cuenta que el mismísimo diablo se apareció ante su madre, dentro de un sueño, asegurándole que su hijo llegaría a tener tal talento que sería apreciado en todo el mundo.

Su padre, poniendo en marcha lo que se conoce como la profecía autocumplida, desde el día que escuchó el relato de la madre puso al pequeño Niccolo a practicar con el violín más de 10 horas diarias.

Ni qué decir que el talento natural de Paganini sumado al excesivo programa de entrenamiento del padre dio frutos rápidamente.

Niccolo Paganini, el violinista del diablo.

Una de las capacidades más icónicas del músico Paganini era que, durante sus presentaciones, era capaz de ir rompiendo sistemáticamente una tras otra las cuerdas del violín.

Si lo anterior aún no fuera sorprendente, puesto que se requiere mucha fuerza para reventar una cuerda en plena interpretación, seguramente te llamará la atención que lograba continuar con el concierto con una sola cuerda.

Y para nada se escuchaba un sonido monódico, con una sola cuerda este genial músico era capaz de continuar con la mayoría de notas musicales e incluso asistentes juraban que se escuchaban dos violines distintos.

Todas estas argucias y parafernalias que hoy determinaríamos como showbusiness o sentido de espectáculo terminaron por acrecentar la leyenda de Paganini.

Él había hecho un pacto con el diablo para tener talento que le diera la fama excepcional que en sueños el diablo había prometido a su madre.

Aunado a todo lo anterior, no ayudaba mucho a la proliferación de esta leyenda su aspecto, pues era alto y muy delgado casi escuálido, brazos extremadamente largos y dedos que rondaban junto con la palma de la mano en 45 centímetros.

Manos de diablo de Paganini.

Las piernas largas y un poco deformes parecían darle forma de patas de caballo o cabra, rojos enrojecidos, pero la más de las veces por el alcoholismo que él ya sufría.

Por si no fuera suficiente, cabello largo y ojos hundidos terminaban de completar la estampa en la que cada vez que se presentaba en un concierto los asistentes parecían asegurar que más que un hombre era una representación del diablo.

Ni qué decir que sus interpretaciones; por ejemplo de La Campanella han pasado a la historia de la música y del mundo y si no tuvo la maldición del diablo por lo menos sí el talento necesario para seguirlo escuchando aún en la actualidad.