En 1956, Nuevo Nuevo Laredo celebró la inauguración del Monumento a Benito Juárez, situado en una rotonda estratégica que divide la Avenida Guerrero y la Avenida Reforma.
Este evento tuvo lugar el 18 de julio de ese año, con la presencia del presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines, y el presidente municipal, Dr. Héctor González Lugo.
La ciudad terminaba en el monumento a Juárez
La escultura en bronce, que hoy es un símbolo icónico de la ciudad, fue creada por el artista mexicano Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig, conocido también por obras como La Diana Cazadora y el Monumento a El Pípila.
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En la actualidad, esta rotonda es un punto de reunión para las celebraciones de los triunfos futbolísticos tanto de equipos locales como de la Selección Mexicana.
En su momento, el área que ahora ocupa el monumento marcaba el límite sur de Nuevo Laredo, dando paso a la carretera Nacional hacia Monterrey.
Las fotografías aéreas en blanco y negro de esa época muestran una ciudad en expansión, donde la urbanización recién comenzaba a tomar forma en ese sector.
La escultura de casi tres metros de altura, colocada sobre una columna clásica de cantera de ocho metros, es parte de una fuente ornamental que adorna el centro de la rotonda.
Los tallistas David y Joaquín Gutiérrez B. contribuyeron en su realización, con el apoyo financiero de la Junta Federal de Mejoras Materiales y la colaboración de la comunidad local a través del patronato promonumentos.
Hoy, 68 años después de su inauguración, el Monumento a Benito Juárez no solo embellece el paisaje urbano de Nuevo Laredo, sino que también se mantiene como un testigo silencioso del crecimiento y evolución de la ciudad.