No todos los escenarios se encuentran bajo techo, a veces también los rayos del sol son las luminarias que enfocan los actos, como en el caso de Pablo y Guillermo, quienes se conocieron en los semáforos y se hicieron amigos gracias al break dance.
“Yo soy de Ciudad Juárez, pero tengo como tres años viviendo en Nuevo Laredo, aprendí a bailar del otro lado, en Fort Worth, Texas, empecé en la escuela practicando y cuando me regresé a México en el 2015 empecé en los semáforos”, comentó Pablo Gaitán, quien a sus 27 años mantiene a sus cuatro hijos gracias a su trabajo en los cruceros.
Guillermo Amaro, quien es nacido en esta ciudad, decidió dedicar su tiempo libre a bailar en los semáforos porque es algo que le apasiona, por lo que lo combina con su otro trabajo como cocinero.
“Me dedico a la cocina y en mis tiempos libres vengo a bailar con él, tanto por hobby como por tener un ingreso extra”, comentó el joven de 25 años.
ES UN TRABAJO COMO CUALQUIER OTRO
No firman recibos de nómina, no están frente a un escritorio ni tienen horarios fijos; sin embargo, como artistas urbanos consideran su trabajo igual a cualquier otro, ya que se dedican a lo que les gusta, pero además, son dueños de su propio tiempo.
“Si puedo ganar dinero en lo que me gusta, mejor; es como el deporte o los boxeadores, ganan dinero realizando una actividad diferente, pero que les apasiona; este es un tipo de arte y tiene sus pro y sus contras, pero es como cuando vas al circo y pagas un boleto por ver, aquí es un pago voluntario por una presentación rápida.
“Sí está difícil, porque te puedes lastimar o estar todo el tiempo con el solazo, pero ya sabe uno más o menos los horarios para trabajar”, indicó Gaitán.
Para la familia de Guillermo no es tan fácil entender, pero tanto le gusta lo que hace que lo motiva a salir adelante.
“Mi familia sí se saca de onda, pero les digo que es un dinero bien ganado, y por mi parte me siento bien haciéndolo, te sientes pleno”, afirmó.
Los ejecutantes de break dance dedican varias horas al día a esta labor y recorren la ciudad para ubicarse en diferentes cruceros, donde muchas veces tienen una buena aceptación del público al impresionar con su rutina física.