La temporada decembrina en México está marcada por tradiciones que se repiten cada año: posadas, luces, cenas familiares y, al centro de muchas casas, el Nacimiento del Niño Dios. Para recrear la escena, es común que las familias busquen detalles que le den realismo al paisaje y recurran a elementos naturales como musgo y heno.
Lo que pocos saben es que su uso está prohibido por la ley, y aunque en mercados y tianguis suelen venderse con facilidad, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales los considera especies protegidas y su extracción está catalogada como actividad ilegal.
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El musgo cumple funciones ecológicas clave, pues su estructura le permite absorber grandes cantidades de agua, actuar como una barrera natural contra inundaciones, regular la humedad en zonas cercanas a ríos y lagos, y reducir la erosión del suelo. También fija compuestos contaminantes y sirve de alimento y refugio para insectos y otros organismos, además de favorecer el desarrollo de vegetación que depende de él para prosperar.
El heno, por otro lado, es una planta epífita que suele encontrarse en zonas boscosas y húmedas, cuelga de las ramas de los árboles y puede alcanzar varios metros de longitud. Aunque en algunas regiones se usa como forraje, su extracción masiva afecta directamente el equilibrio de los ecosistemas donde se desarrolla.
La alta demanda durante la época navideña incrementa la presión sobre estas especies y genera desequilibrios ambientales: cambios bruscos de temperatura y humedad, alteración del hábitat y un impacto directo en la flora y fauna que dependen de estos organismos para sobrevivir.