Lo que tendría que haber sido un recuerdo luminoso para sus XV años terminó marcado por el dolor; Fernanda, una menor de edad, pidió como regalo una rinoplastia, no obstante, la cirugía, lejos de mejorar su vida, derivó en un infarto cerebral que la dejó con parálisis y con afectaciones cognitivas severas.
Todo inició cuando Fernanda acudió junto a sus padres a Sequeiros Beauty, un establecimiento ubicado en la alcaldía Miguel Hidalgo, justo frente a su casa, ahí, la familia asegura que fue persuadida a aceptar la operación luego de que les mostraran videos de menores de entre 13 y 16 años intervenidos previamente.
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El procedimiento estuvo a cargo del cirujano Carlos Sequeiros, quien presume más de 18 años de experiencia y una maestría en cirugía estética registrada ante la SEP. También participó Yasmín Martínez, quien se presentaba como anestesióloga, aunque en los registros oficiales aparece únicamente como licenciada en administración y dirección.
La operación se realizó el domingo 24 de agosto en un hospital privado de la colonia Dos Lagos y se extendió por más de tres horas; al terminar, algo ya no estaba bien: Fernanda no despertaba, no hablaba y no había ninguna explicación médica convincente, aun así, la familia fue presionada para llevársela a casa pese a que la menor seguía inconsciente.
Ni Ortigosa ni Martínez acudieron después a revisarla, pese a que ambos viven frente al domicilio de Fernanda, y, ante el deterioro evidente, sus padres decidieron trasladarla al Hospital General, ahí les confirmaron lo que más temían: la adolescente había sufrido un infarto cerebral, posiblemente ocasionado por la obstrucción de una arteria que conecta la nariz con la cabeza.
Hoy, Fernanda está postrada, no puede mover brazo ni pierna derechos y requiere un guante robótico, además de medicación permanente para evitar coágulos y crisis convulsivas.