RECURSOS NATURALES

Alertan: va Estados Unidos por petróleo del Golfo

Advierten que intención de Trump detrás de cambiar el nombre por Golfo de América, sería reclamar recursos energéticos; se enfrentaría a retos legales

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En su primera semana como presidente -por segunda ocasión- de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el decreto para el cambio de nombre del Golfo de México, a Golfo de América, movimiento que si bien algunos analistas definen como un acto simbólico en la superficie, en un segundo plano podría traer consigo la intención de ampliar la influencia sobre los recursos naturales de dicha cuenca, como el petróleo.

UNA DOBLE INTENCIÓN

Martha Bárcena, exembajadora de México en Estados Unidos, señaló recientemente en un foro que este cambio de nombre podría ser el primer paso para comenzar a reclamar territorio donde hay petróleo. “La explotación de estos recursos ha contribuido significativamente a la independencia energética de Estados Unidos”, señaló el historiador y estratega estadounidense Peter Zeihan, autor del libro “The Accidental Superpower” (La superpotencia accidental), quien argumenta que el Golfo de México como parte de la geografía de EU, ha sido fundamental para el desarrollo como potencia mundial.

EFECTOS COLATERALES

Para Octavio Pescador, académico e investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, por sus siglas en inglés), “cualquier movimiento que altere la percepción o la administración del Golfo de México podría tener consecuencias directas en la seguridad energética de EU y en los precios globales del petróleo, por eso no creo que vaya a suceder nada fuera de lo normal por el cambio de nombre del golfo (por parte de Trump)”, señaló.

Actualmente, más de 17 por ciento de la producción de petróleo de Estados Unidos proviene del Golfo de México, por lo que alterar la dinámica establecida traería graves consecuencias a este recurso fundamental para su independencia energética, además que existen límites marítimos territoriales definidos y que el Congreso estadounidense reconoce para cualquier arbitraje, la ley internacional marítima que establece los acuerdos vigentes.

Por lo tanto, algún intento de ejercer un control unilateral sobre el golfo, traería consigo retos legales y diplomáticos considerables, comenzando con la Convención de las Naciones Unidas en cuanto al Derecho del Mar, que otorga garantías y derechos a las costas de los países, por hasta 200 millas náuticas, en virtud de Zonas Económicas Exclusivas (ZEE), en las que las respectivas naciones gozan de derechos exclusivos sobre las actividades económicas y recursos naturales.

YA HAY UN REFERENTE

Diversos analistas coinciden en que renombrar el golfo es más una medida mediática que busca fortalecer las bases de apoyo de Trump al refrendar su discurso de supremacía estadounidense, pero en el marco internacional podría no tener un gran impacto, pues “ya existe un referente idéntico entre ambos países, donde cada país le dice de distinta manera a un río en la frontera; México le dice río Bravo y en Estados Unidos lo llaman río Grande y no pasa nada.

“Esto es más mediático y más para respaldar la corriente del pensamiento político que Trump representa, es parte de su guerra cultural”, señaló Pescador. Como parte del Think Tank New America, una fundación dedicada al análisis de políticas públicas, economía y otros temas, tuvo entre sus opiniones el de una participante que señaló que “este tipo de gestos simbólicos son una forma de diplomacia coercitiva. Al renombrar el Golfo de México, Estados Unidos está redefiniendo su rol como líder global, pero lo hace de una manera que molesta a sus aliados y vecinos”.