Desde las primeras luces del día hasta que el sol se oculta en el horizonte, los valientes brigadistas luchan contra las llamas en el bosque de Jilotzingo en Estado de México.
Sin descanso, la misma labor se extiende a lo largo y ancho de la República Mexicana, donde el fuego devora hectáreas de naturaleza sin piedad.
Semana Santa Infernal
Según los últimos informes de la Comisión de Incendios Forestales (Conafor), la cifra de incendios activos asciende a 130, dejando una estela de destrucción que abarca más de 8 mil hectáreas.
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Esta situación coloca a varias entidades del país en alerta máxima, con el Estado de México a la cabeza, registrando 25 incendios activos, seguido de Chiapas, Michoacán y Guerrero, entre otros.
La magnitud del desastre no se detiene ahí. Los siniestros activos han penetrado en 29 áreas naturales protegidas, exacerbando la crisis medioambiental y poniendo en riesgo la biodiversidad del país.
Tamaulipas bajo fuego
En Tamaulipas, la batalla contra las llamas se intensifica con tres incendios aún activos. En el municipio de Mainero, el incendio número 4, que se desató desde el 21 de marzo en el ejido Venustiano Carranza, ha consumido cerca de 26 hectáreas de vegetación de pino y encino. A pesar de los esfuerzos de la Comisión Nacional Forestal, el origen de este siniestro aún permanece desconocido.
En Miquihuana, el incendio número 5 se ha convertido en una amenaza mayor, arrasando con 150 hectáreas de terreno forestal. La respuesta conjunta de 155 personas, incluyendo personal militar, civil y voluntarios, intenta contener el avance de las llamas que devoran la ruta hacia la marcela.
El más reciente de estos desastres, el sexto incendio forestal de la temporada 2024, ha estallado en el municipio de Tula, consumiendo 1.5 hectáreas de bosque de encino. Aunque el control y la liquidación avanzan, la fragilidad de la situación persiste.
Los frentes fríos y la sequía han creado un caldo de cultivo propicio para la propagación de incendios. La sociedad mexicana, en este contexto, enfrenta un llamado a la acción colectiva. Las autoridades instan a la ciudadanía a reportar cualquier indicio de fuego a través del número de emergencia 911 y a adoptar prácticas responsables durante las actividades recreativas en áreas naturales.
Es imperativo que cada individuo asuma su papel en la preservación del entorno, evitando acciones negligentes como arrojar colillas de cigarro o dejar fogatas encendidas sin supervisión. La protección de nuestros bosques y selvas no solo es un deber moral, sino una necesidad urgente para salvaguardar el futuro de nuestra nación y del planeta en su conjunto.