Si alguien veía una fotografía suya podría pensar que Elena Larrea era una simple guapa modelo que usaba caballos para posar en ellos. Sin embargo, era mucho más que eso. La fundadora y presidenta de Cuacolandia llamaba la atención por su físico, pero luchó por los derechos de los caballos, yeguas, mulas y burros, animales que rescató de múltiples situación de maltrato.
Elena peleó y rescató más de 350 equinos, en muchos casos se metió en problemas con sus dueños ya que ella no esperaba a que llegaran los oficios o las autoridades, ella llegaba a los lugares en donde estaban los animales y se los llevaba.
Se dio a conocer gracias a las redes sociales y su arduo trabajo; entró al portal de OnlyFans para destinar sus ganancias a su proyecto de Cuacolandia.
Te podría interesar
En una de sus tantas publicaciones compartió los comentarios que hacían muchas personas de ella, en los que señalaban su valentía y bravura para rescatar a los equinos sin importarle que exponía su propia vida.
"He escuchado un sinfín de veces 'hace bien pero no son maneras', 'esta loca' o 'es bien agresiva', 'no mide las consecuencias', etc. ¿ustedes creen que si hubiera otra manera, no lo haría sin tener que estar arriesgando el pellejo? ¿Cuántos caballos creen que hubiera podido rescatar si pidiera permiso y las cosas por favor? ¿Mandando oficios y esperando pacientemente a que las autoridades hicieran su trabajo? NINGUNO. Hoy he rescatado 350 caballos.
"Si soy como soy es porque necesito ser así y es por ellos.
"Es cierto que cada vez tengo más enemigos, al mismo tiempo la cuacomunidad cada día es más fuerte y ustedes me respaldan.
Quiero cambiar la historia de los caballos en México y si tengo que soltar dos tres put@zos, recibir amenazas y dejar a unos cuantos ofendidos, que así sea", publicó Elena apenas el 21 de enero pasado.
Alta, atractiva y con un cuerpo perfecto, fan de las cirugías y de presumir su cuerpo. Elena Larrea era libre y su pasión era buscar que los equinos dejaran de ser un maltratado instrumento del ser humano. Le encantaban los tatuajes y tenía una gran cantidad de ellos en todo su cuerpo.
Sin maquillaje o con maquillaje, con ropa ajustada o suelta, peinada o despeinada, cuidaba siempre de su santuario, porque para ella los equinos eran igual de importantes que los perros o gatos.
El 15 de febrero festejó por todo lo algo que la zoofilia fue tipificada en Puebla. Estaba en medio de un caso complicado, del que muchos de sus seguidores señalan que su muerte no fue casualidad, sino ordenada por alguien a quien incomodó por ese caso. Así era ella. Incomodaba, cuestionaba, señalaba, ordenaba y defendía.
Hoy miles de seguidores que la admiraban por su apoyo a los animales le lloran y lucen incrédulos por la noticia de su muerte.