El 19 de noviembre de 1984, una serie de explosiones en San Juan Ixhuatepec, Estado de México, dejó una marca imborrable en la historia del país.
Aquel lunes al amanecer, un accidente en una instalación de Pemex desencadenó 11 explosiones que convirtieron la zona en un infierno de fuego y devastación.
Te podría interesar
San Juanico, a 40 años de la tragedia
La tragedia cobró la vida de 498 personas y dejó más de 4,200 heridos, convirtiéndose en la mayor catástrofe por fuga de gas registrada en México.
Todo comenzó a las 5:40 a.m. cuando una pipa de gas de la empresa Unigas explotó mientras realizaba maniobras. El incendio alcanzó los depósitos primarios de Pemex, provocando una reacción en cadena que afectó colonias como Viveros Xalostoc, San Juanico y Granjas de Guadalupe.
Las llamas, que alcanzaron hasta un kilómetro de altura, y la destrucción masiva dejaron una escena que muchos describieron como apocalíptica.
La respuesta inicial fue caótica. Sin un sistema de protección civil como el que se desarrollaría después de los sismos de 1985, las autoridades activaron el Plan DN-III.
Sin embargo, los servicios de emergencia se vieron rebasados. Los sobrevivientes huyeron en pánico, muchos con quemaduras graves y en estado de shock. Las azoteas de colonias cercanas se llenaron de espectadores que miraban con horror la magnitud del desastre.
El impacto no solo se limitó a las pérdidas humanas y materiales. Vecinos relataron cómo esa madrugada transformó sus vidas para siempre. Sin embargo, a pesar de los decretos que exigían la reubicación de las gaseras, estas continúan operando en la zona, ahora rodeadas por nuevas viviendas.
La falta de rutas de evacuación y la proliferación de asentamientos humanos han aumentado el riesgo de que una tragedia similar ocurra de nuevo.
A cuatro décadas de distancia, San Juanico sigue siendo un recordatorio de los peligros de la negligencia industrial y la importancia de la planeación urbana responsable, pero también es un llamado urgente para atender las necesidades de una comunidad que aún vive bajo amenaza.