Comer tamales de iguana es una tradición que forma parte de la cocina milenaria y tradicional del pueblo zapoteca del Istmo de Tehuantepec. En Juchitán es pecado no comerlo y para evitar su extinción, hay quienes deciden tener criaderos.
Los tamales de iguana se preparan de un modo muy especial que no todos los cocineros tradicionales de esta parte de Oaxaca saben hacer, por lo que comerlos es un lujo y son buscados por mucha gente.
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Además en comparación con otras regiones de México, estos tamales no se preparan el día 2 de febrero, día de la Candelaria, sino hasta Semana Santa.
Su consumo inicia el Miércoles de Ceniza y finaliza este Viernes Santo, se elaboran con se preparan con maíz zapalote chico, manteca de cerdo, mole de semilla de calabaza, epazote y diversas especias que son el ingrediente secreto de este manjar por excelencia.
Los pobladores del Istmo de Tehuantepec, esperan el consumo de este reptil que protege la norma oficial 059 de la Semarnat, además de la carne, también se consumen sus huevecillos, pues en época de Semana Santa es cuando desovan, por eso es más buscado por la gente de la región.
Cuando se preparan, lo más complicado es conseguir los reptiles, pues es penado por las autoridades judiciales y de Profepa a quién comercialice en grandes cantidades.
Quienes se dedican a la venta de Tamales de Iguana los venden desde 20 o 30 pesos cada uno, los pedidos son diarios y se acompañan como se hace con un tamal normal, con atole de chocolate y café caliente.
Para quienes practican la costumbre de comer tamales de iguana desean que la Procuraduría Federal de Protección Ambiental, en vez de encarcelar, mejore y regule las leyes y normas, porque el consumo de este reptil seguirá, debido a que es histórico y cultural en el reino zapoteca.