Para hacer amigos no existen las barrera de la edad, así lo demuestran día a día un grupo de niños estudiantes que a la hora de la salida desvían su ruta para saludar a su mejor amigo, un abuelito de avanzada edad que desde su mecedora también espera con emoción ese momento especial del día para conversar con los menores.
Al tocar el campanazo de salida del plantel escolar, los chicos regresan a sus casas, pero pasando siempre por la misma calle, ya que en la última casa de esa cuadra un abuelito de avanzada edad los espera pacientemente hasta que los niños llegan a saludarlo.
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Estudiantes platican con abuelito
La tranquilidad del vecindario se rompe a la salida del colegio. Esta historia conmovedora ha estado ocurriendo día tras día. El grupo de estudiantes de primaria le brinda alegría y compañía al anciano, cuyo único deseo es sentarse en su mecedora y ver a los niños pasar cada tarde.
El personaje de la tercera edad ha sido una figura conocida en el vecindario durante décadas.
El grupo de niños de la escuela primaria del barrio notó que el abuelito solía sentarse solo en su mecedora todas las tardes, mirando pasar a la gente y poco a poco decidieron acercarse y saludarle. La sonrisa radiante del octogenario cuando los ve es suficiente para que los niños quisieran volver al día siguiente.
Desde entonces, estos pequeños lo visitan todos los días después de clases. Lo saludan, conversan con él, le cuentan sobre su día en la escuela. El hombre conmovido por la amabilidad de los niños, les comparte historias y consejos sabios.
La relación entre los estudiantes y el anciano se ha fortalecido con el tiempo. Ellos se han convertido en una parte esencial de su vida, brindándole la compañía y alegría. Y para los niños, el adulto mayor se ha convertido en una fuente de sabiduría y afecto que les ha enseñado importantes lecciones sobre la vida.
Después de un rato, los chicos se despiden del abuelito con un abrazo y el compromiso de pasar al siguiente día a saludarlo.
El abuelito y los niños demuestran que la amabilidad y la empatía pueden marcar la diferencia en la vida de las personas, sin importar la edad.
En un mundo a menudo agitado y ocupado, su historia nos recuerda la importancia de detenernos y hacer tiempo para los demás, especialmente para aquellos que pueden sentirse solos.