Sin duda los traileros conocen y le tienen respeto a "El Espinazo del Diablo", una de las carreteras más peligrosas de México y el mundo, no solo por su dificultad, sino también por las innumerables leyendas que giran en torno a su recorrido, llenas de trágicas muertes.
Esta tumultosa sección se encuentra sobre el tramo carretero ubicado en el kilómetro 168 de la carretera federal 40, que conecta Durango con Mazatlán, y que atraviesa la Sierra Madre Occidental. La vía cuenta con grandes y espectaculares vistas, sin embargo, hay 10 kilómetros entre montañas y barrancas cortadas de tajo que la vuelven un reto muy importante para cualquier conductor.
Te podría interesar
No solo eso, las constantes curvas y el clima, que muchas veces suele ser de neblina, dificultan hasta el más experto andar por este lugar.
El Espinazo del Diablo
Las leyendas en este tramo carretero no se pueden omitir, pues de hecho, una misma dio inicio a su fama. Cuentan que por allá de 1960 cuando los ingenieros estaban construyendo la carretera, se les presentó el diablo, mismo que vive en estas montañas y que para continuar la obra, les solicitó almas humanas para dejarlos continuar.
Casualmente, en plena inauguración de ese año, el 30 de noviembre, dos camiones llenos de viajeros volcaron en el lugar, dejando numerosas muertes. De hecho, quienes viajan de La Laguna a Mazatlán y tienen que pasar por El Espinazo del Diablo no abordan autos ni camiones que vayan repletos de pasajeros, pues aseguran “serán tres camiones llenos de gente, los que cobrará el maligno” al pasar por sus territorios.
En 2012, esta peligrosa carretera fue sustituida por el Puente Baluarte Bicentenario, que es uno de los mas grandes y altos del mundo, sin embargo, las leyendas sobre El Espinazo del Diablo continúan al día de hoy, pues pobladores de "El Palmito" aseguran que el diablo vive en la formación rocosa que le da nombre al tramo carretero.
Sea verdad o mentira, lo cierto es que El Espinazo del Diablo será una pasaje muy recordado por conductores y transportistas, sobre todo por el reto de conducirlo sin morir en el intento.