La historia de Juan el Inglés, o mejor conocida como la leyenda de la papisa Juana, ha intrigado a generaciones. Se dice que esta mujer, nacida en Maguncia, fue elegida papa.
Según la versión más popular, Juana habría nacido mujer, pero, disfrazada de hombre, logró ascender al papado, donde ejerció durante dos años, siete meses y cuatro días antes de morir en Roma. Tras su muerte, el papado estuvo vacante durante un mes.
Sin embargo, una versión más detallada de esta historia fue introducida por el autor medieval Martín de Opava, quien reveló que la papisa Juana había logrado ocultar su embarazo, lo que desencadenó su eventual caída.
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Incluso existe una película que aborda la leyenda de la papisa Juana es ‘La Papisa Juana’ (2009), dirigida por Sönke Wortmann. Basada en la novela de Donna Woolfolk Cross, la película relata la historia de Juana, una mujer que se disfraza de hombre y asciende al papado, explorando la lucha por el poder y la identidad en la Edad Media.
Las primeras menciones de esta historia datan del siglo XIII, más de 100 años después de los hechos que se relatan, lo que hace aún más difícil verificar su autenticidad.
En tiempos de tensiones políticas, como el reinado del emperador Federico II Hohenstaufen, que tuvo serios conflictos con la Iglesia, la historia de una mujer haciéndose pasar por papa podría haber sido utilizada para ridiculizar a la Iglesia católica y sus representantes.
La leyenda ganó gran difusión gracias al escritor Giovanni Boccaccio, quien la popularizó en su obra De mulieribus claris ('Sobre mujeres ilustres'), lo que ayudó a perpetuar la historia a lo largo de los siglos.
Más tarde, durante la Reforma protestante, esta leyenda se utilizó para desacreditar a la Iglesia católica, presentándola como corrupta e incapaz de reconocer una estafa tan burda en sus propias filas.
Una de las anécdotas más famosas relacionadas con esta leyenda es la ‘sedia stercoraria’, una silla con un agujero en el asiento que supuestamente se utilizaba para verificar los atributos masculinos de los papas electos.
Según la leyenda, si el nuevo papa pasaba la inspección, el eclesiástico que lo examinaba exclamaba ‘duos habet et bene pendentes’, lo que significaba que el candidato tenía los atributos masculinos correctos.
Sin embargo, aunque esta silla existe y está expuesta en los Museos Vaticanos, no hay evidencia de que haya sido utilizada para tal fin y es probable que su origen sea anterior a la leyenda de la papisa Juana.
La historia de la papisa Juana, aunque fascinante, sigue siendo más un mito que un hecho histórico comprobado.