Imagina que colocas un sapo en una olla con agua a temperatura ambiente y la calientas lentamente. Aunque el agua se va volviendo cada vez más caliente, el sapo no reacciona, adaptándose poco a poco hasta que es hervida sin que se dé cuenta del peligro.
Este fenómeno, aunque es solo una fábula, puede servir como una metáfora perfecta para describir cómo nos estamos enfrentando al cambio climático.
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Hoy en día, estamos viviendo condiciones climáticas extremas, olas de frío más intensas, inviernos que parecen prolongarse, y cambios imprevistos en el clima que nos afectan a todos.
Sin embargo, muchas veces no notamos la magnitud de estos eventos porque los hemos ido normalizando, afirma Frances Moore, profesora de Ciencias Ambientales en la Universidad de California Davis.
Un estudio reciente, en el que se analizaron más de 2,000 millones de tuits entre 2019 y 2024 sobre temperaturas extremas, reveló un patrón inquietante: a pesar de que los mismos fenómenos climáticos se repetían, las personas reaccionaban cada vez menos.
El cambio ya no les sorprendía ni generaba tanto malestar, lo que indica una adaptación peligrosa a las condiciones extremas que, aunque molestas, parecían no ser lo suficientemente alarmantes para provocar una respuesta colectiva.
Este proceso de ‘normalización’ de lo inusual no es solo una tendencia social, sino un riesgo real. Según los investigadores, el clima extremo deja de ser motivo de conversación y preocupación, incluso cuando sigue afectando la vida cotidiana de las personas.
Así como la rana que no se percata del calor creciente, nosotros podríamos estar ignorando los peligros invisibles del cambio climático. El frío de estos días, como cualquier otro fenómeno climático, es parte de un patrón más amplio que no podemos permitirnos normalizar.
Es urgente que despertemos antes de que el calentamiento global nos afecte de manera irreversible.
No importa si hoy sentimos que no nos afecta; lo que pasa lentamente, sin que lo notemos, continúa avanzando, tal como el agua que hierve sin hacer ruido.