La comparación entre la contaminación generada por las vacas y los autos revela una realidad compleja y preocupante. Mientras que los vehículos son ampliamente reconocidos por su papel en la emisión de dióxido de carbono, el impacto ambiental del ganado bovino ha pasado relativamente desapercibido, a pesar de ser igualmente alarmante.
La contaminación del aire ha sido una preocupación creciente en las zonas metropolitanas. En algunas ciudades los vehículos representan hasta el 60% de las emisiones de partículas suspendidas gruesas.
Vacas vs. autos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en México, 14,700 personas mueren anualmente debido a enfermedades relacionadas con la mala calidad del aire.
Te podría interesar
El incremento del parque vehicular y la construcción de infraestructura vial para automóviles privados no solo han fallado en resolver el problema de la movilidad urbana, sino que han exacerbado la contaminación atmosférica y auditiva.
Por otro lado, la industria ganadera, especialmente la cárnica intensiva, se posiciona como otro importante contaminante. Aunque las vacas, mediante la fermentación entérica, emiten metano, un potente gas de efecto invernadero, su impacto es menor comparado con el de la industria que las rodea.
El sector ganadero es responsable del 14.5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, superando al sector del transporte en términos de contaminación. Para producir un kilogramo de carne de res, se requieren aproximadamente 20 mil litros de agua y se generan 27 kg de CO2.
A pesar de que los autos y la industria cárnica intensiva son fuentes significativas de contaminación, es importante destacar que el crecimiento poblacional y la demanda constante de productos cárnicos y transporte privado son factores que agravan el problema.
La congestión vial no solo reduce la calidad del aire, sino que también deteriora la calidad de vida en las ciudades mexicanas. De igual manera, la expansión de la industria ganadera para satisfacer la demanda de carne está provocando un daño ambiental considerable.
Tanto los automóviles como la industria cárnica intensiva son culpables de la degradación ambiental, aunque en diferentes aspectos.
Es necesario que se promuevan políticas de movilidad sustentable y se fomente una producción alimentaria más responsable para mitigar los efectos nocivos sobre el medio ambiente. Solo mediante un cambio consciente en estos sectores podríamos aspirar a un futuro más limpio y saludable.