La costra de una herida es más importante de lo que crees, seguramente has tenido algunas en tu vida tras haberse rasgado, cortado u otra herida en la que hayas sangrado, a todos nos pasa que la herida en cierto momento comienza a dar comezón y cuando nos rascamos terminamos por levantar la costra.
Las plaquetas son células sanguíneas que intervienen para proteger las heridas, trabajan en conjunto como un pegamento donde está la herida, forman un coágulo, este sirve como un vendaje natural en el corte evitando que siga saliendo más sangre.
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¿De qué está compuesta una costra?
El coágulo está compuesto de otras células sanguíneas y de fibras y tejidos que mantendrán la estructura unida.
Tras rasparte o cortarte y por sí misma la herida ya no sangra es que las células hicieron bien su trabajo, el tiempo en el que trabaja puede depende de varios factores; una vez que el coágulo se endurece y se seca queda formada la costra.
Las costras de color marrón, tienen la función de proteger la herida de los gérmenes que rodean el ambiente y al mismo tiempo cicatrizan la piel por debajo.
Por debajo de la costra se van formando nuevas células de piel, reparando el tejido dañado, los glóbulos blancos ayudarán a combatir las infecciones y previenen enfermedades. Cuando todo termina, se ha fabricado una nueva capa de piel.
¿Qué pasa si te rascas o quitas una costra?
Con el tiempo, la costra se cae para revelar la nueva piel. Esto normalmente ocurre por sí solo al cabo de una semana o dos. Aunque puede ser difícil no rascarse una costra, deberías intentar no tocarla.
Si te rascas o arrancas la costra, puedes deshacer la reparación y desgarrar de nuevo la piel, lo que significa que probablemente tarde más tiempo en cicatrizar. Incluso te podría quedar una marca. Así que deja la costra en su lugar y tu piel quedará como nueva.