Hablar de Chernóbil, es hablar de cientos de historias y mitos que existen alrededor de una de las peores tragedias nucleares en el mundo que dejó huella en toda una generación.
Fue un 26 de abril de 1986 cuando ocurrió un accidente dentro de la Central Nuclear Vladimir Ilich Lenin, que se encontraba al norte de Ucrania, en ese entonces de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
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De acuerdo con historias, el accidente se originó en el reactor 4, luego de que una prueba saliera mal lo que provocaría el sobrecalientamiento descontrolado del núcleo del reactor que a su vez provocó explosiones seguidas de un incendio generalizado.
El problema mayor llegó cuando debido a las explosiones, la tapa del reactor que tenía un peso de 1200 tonelada salió volando, lo que provocó la expulsión de grandes cantidades de materiales radiactivos.
Tras el incidente se formó una nube radioactiva que se extendió por Europa y América del Norte; grandes cantidades de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de circonio y grafito fueron expualsadas.
Expertos han afirmado que el material radioactivo que se liberó fue 500 veces más que el liberado por la bomba atómica en hiroshima en 1945.
El gobierno de la Unión Soviética ordenó la evacuación de urgencia de 116 mil personas, además a nivel mundial se provocó un estado de alarma al detectar radiactividad en por lo menos 13 países de Europa central y oriental.
Al cumplirse este lunes los 35 años del desastre ocurrido en el en el ocaso de la Unión Soviética, los hechos fueron conmemorados con un oficio religioso en la catedral ortodoxa local. Asistió el presidente de Ucrania, Vladimir Zelenski en la zona del desastre, mientras la ONU aún debate el balance de víctimas de la catástrofe, estimada extraoficialmente en cientos de miles.
El lugar se ha convertido en un polo turístico internacional, por lo que Kiev postula que sea declarado Patrimonio Mundial de la Unesco.
La central de Chernobyl mantuvo su producción de electricidad hasta diciembre de 2000, cuando la presión de los occidentales logró apagar su último reactor operativo.
Tras años de dilación, a finales de 2016 se instaló un gigantesco arco de acero estanco sobre el reactor dañado, una estructura que cubrió el agrietado e inestable "sarcófago" de hormigón y que debe garantizar la seguridad durante los próximos 100 años.
Aunque las autoridades estiman que los humanos no podrán vivir allí de forma segura hasta dentro de 24.000 años, el lugar atrae cada vez a más turistas ávidos de emociones y Kiev desea que se incluya en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.