CIUDAD VICTORIA.- Tamaulipas está frente a una de las peores sequías en su historia. Lo ha reconocido la Comisión Estatal del Agua del Estado, se nota en los niveles de sus presas y se siente en sus temperaturas de hasta 35 grados centígrados.
De acuerdo con cifras del Sistema Nacional de Información del Agua, la Presa Vicente Guerrero (la octava más grande de México y que abastece a la zona centro de la entidad, incluyendo a la capital) se encuentra en niveles mínimos de almacenamiento, a un 17.6 por ciento de su capacidad.
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Desde hace 23 años no había tan poca agua en su embalse, en el cual caben hasta 3 mil 910 hectómetros cúbicos de agua. El viernes, el portal de monitoreo de presas registra un almacenamiento de 689 hectómetros cúbicos en Las Adjuntas, como se le conoce también a la Presa Vicente Guerrero.
En marzo de 2022, esta tenía almacenados mil 238 hectómetros cúbicos. Es decir, hace un año exactamente tenía almacenada 44 por ciento más agua que la que tiene ahora. En promedio, el resto de las ocho presas que hay en Tamaulipas alcanzan apenas el 40 por ciento de su almacenamiento.
De acuerdo con la última actualización del Monitor de Sequía de México, emitido por el Servicio Meteorológico Nacional, actualmente hay sequía extrema en Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán e Hidalgo. Pero Tamaulipas es la entidad que más sufre la falta de agua: 84% de su territorio.
Ante esta situación, el gobernador Américo Villarreal ha anunciado que se iniciará un programa para bombardear nubes, una técnica de estimulación artificial de la lluvia, que consiste en disparar yoduro de plata a las nubes.
“Estamos poniendo en marcha el convenio de colaboración entre el gobierno del estado de Tamaulipas y la Comisión Nacional de Zonas Áridas, lo anterior lo haremos con vuelos para la estimulación de lluvia”, expresó Villarrreal durante una conferencia de prensa el lunes pasado.
El año pasado, el gobierno de Nuevo León, encabezado por Samuel García, utilizó esta misma estrategia cuando la entidad tuvo problemas de sequía. La técnica, cuestionada científicamente, se ha vuelto una solución a la escasez de agua en los estados del norte de México.