El Príncipe Andrés se encuentra en una situación límite con la justicia americana y con su honor, totalmente destrozado al tener que pagar 16 millones de dólares para eludir el juicio de agresión sexual activo en Estados Unidos.
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Los abogados de Virginia Giuffre, demandante de este cargo, llegaron a un acuerdo con los defensores del monarca, citando este monto económico como compensación por los hechos presuntamente causados por el príncipe. El pago de este dinero permitirá al hombre, de 61 años, escapar de la vergüenza de un proceso legal probablemente largo.
Giuffre, de 38 años, es una de las víctimas del multimillonario estadounidense Jeffrey Epstein, declarado culpable de pederastia por un tribunal de Florida en 2019. Ese mismo año se suicidó en una cárcel de Nueva York mientras aguardaba un nuevo juicio por tráfico y abuso de menores.
La amistad entablada por Epstein con el Príncipe Andrés provocó una declaración en ese mismo año, donde el monarca defendió al acusado, causándole su retirada de la vida pública en Inglaterra.
En agosto del año pasado se solventó la acusación hacia Andrés por el presunto abuso sexual sufrido por Virgina Guiffre, quien aseguró haber sido agredida por el príncipe a sus 17 años en Londres, Nueva York, y las Islas Vírgenes, todo mediado por Jeffrey Epstein.
Desde los inicios de la acusación, el hijo de la Reina Isabel II siempre ha negado tales acusaciones. En enero se anunció su presencia "voluntaria" para dar una declaración jurada en marzo en Londres ante los abogados de la estadounidense.
Sin embargo, el acuerdo extrajudicial solo confirmó lo que la prensa sensacionalista británica ya comentaba a gritos: el Príncipe Andrés era culpable de este delito.
"Un hombre verdaderamente decidido a limpiar su nombre de tan atroces acusaciones habría luchado con uñas y dientes (...) y luego, si ganaba, habría intentado reconstruir su vida", decía un editorial de The Sun.
El pago del Príncipe Andrés por 16 millones de dólares para eludir el juicio de agresión sexual confirmó lo especulado hasta el momento, quitando cualquier resquicio de inocencia en su palabra.
Jesús García