AVENTURAS DEL MANTARRAYA

Pescador buscaba un bagre en el río Bravo; ¡captura un catán gigante!

Miguel Muñoz presume la pesca un catán pescado en el río Bravo, justo después de que su intención era otro tipo de pez

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Acabamos de ver pasar la semana 29 de este año en curso 2024, después de un par de tormentas tropicales y buenas lluvias, esta semana contamos con climas más estables, días nublados y temperaturas promedio de 36 grados centígrados, que nos invitan a buscar un pretexto para salir de pesca.

Gracias a los escurrimientos de las lluvias pasadas, el río Bravo recibió una crecida considerable a la altura del río Salado, aguas que tiene su origen desde tierras regias, donde el río Santa Catarina, en su trayecto de bajada por más de trescientos kilómetros hasta concordar con el río Salado, el cual a su vez toca base con el río Bravo.

La crecida en las corrientes remueve sedimentos que son llevados y esparcidos dentro de los afluentes que toca, los hábitats acuáticos, en general endémicos, de estos embalses logran poner a su alcance alimento nuevo que incita a los peces jóvenes a mudarse, siguiendo el curso de la corriente.

Una vez que el alimento arrastrado se disipa, los peces tienden a establecerse kilómetros abajo, formando un nuevo hábitat, por lo contrario, los peces de mayor edad son más territoriales y se aferran a un sector, en especial alejándose de las corrientes fuertes para evitar ser arrastrados fuera de los límites, donde habitualmente se alimenta y por años han considerado esa zona como su hogar.

Uno de los peces más longevos y mejor adaptado a las crecidas son el bagre o pintontle, los cuales, gracias a la fuerza de sus aletas y gran cola acostumbran a escabar cuevas en suelos y paredes de arcilla arenosa, donde habitan de forma ancestral.

Gracias a eso logran resguardarse de las corrientes; con esta acción logran permanecer dentro de su hábitat por muchos años, ahí mismo se reproducen y crecen, logrando alcanzar dimensiones de peso que superan los 35 kilos, gracias a su metabolismo lento y la ayuda de sus bigotes sensibles, logran detectar su alimento a gran distancia e imprimir poca energía para acercarse a su comida.

El no imprimir un desgaste de energía alto ayuda a lograr peso corporal en poco tiempo, su dieta es ovípara, logra comer peces vivos, insectos, ranas y hasta raíces de vegetacion expuesta, y su platillo favorito, animales en descomposición, todo aquello que emita un olor y su cerebro lo procese como alimento, es fácil de ser de tectado por sus glándulas oloríferas.

Su vista es pobre, derivado de los cientos de años que ha permanecido viviendo en cuevas obscuras, así que su sentido del tacto y hoyuelos en forma de nariz, pegados sobre la parte superior de su boca logran ayudarlo de forma eficiente a encontrar su comida. Aprovechando su sentido del olfato, nos apostamos sobre el río Bravo para lanzar un anzuelo encarnado con hígados de pollo, en busca de llamar la atención de unos de estos ejemplares.

Para poder dominar la fuerza y peso de estos peces es necesario contar con una caña de pescar de grueso calibre con las cuales puedes parar la fuerza de un pez, de hasta cincuenta kilos, hilo trenzado que soporte más de ochenta libras de presión y un carrete de engranes grandes que te otorgue la capacidad de frenar los coletasos de un gran pez dejar un anzuelo cebado con hígados de pollo, a la deriva de las corrientes del río Bravo ayuda a esparcir con facilidad el olor a comida por cientos de metros.

Lo importante aquí es tener paciencia y no dejar de ponerle atención a las cañas, las cuales deberán estar bien sujetas a una base de hierro, que se entierran en la tierra para mantener las cañas paradas verticalmente con el clutch suelto, para que la línea sea liberada lentamente y en caso de recibir un mordisco sólo se tensará la línea y el efecto de tensión será transmitido a la caña flexible, la cual nos avisará de un posible enganche.

El pez a la distancia, al recibir el olor a comida, es obligado por su instinto de alimentación a salir de su cueva y empezar a nadar lenta y cautelosamente hacia la comida. Una vez que el pez toma la comida con su boca es necesario esperar a que la trague por completo,imprimir un strike o tirón a la línea prematuramente buscando que el anzuelo se enganche en su hocico no es lo mas prudente, a pesar de la adrenalina de ver la línea tensa saliendo del carrete, debes frenar la necesidad de jalar la línea, de 2 a 5 minutos después de tomar la carnada en su hocico, el pez tiende a encaminarse hacia su guarida y en el trayecto el pez engulle el cebo lentamente.

Debemos seguir la trayectoria mientras sueltas la línea para no alertar al pez del engaño, después de dejar pasar esos minutos prudentes y asumir que el pez ya tragó la carnada y ya se encuentre en su garganta el anzuelo apretamos el clucth del carrete y con fuerza imprimimos un strike o tirón a la línea de inmediato, sabremos si el pez se enganchó, pues el dolor que sentirá el pez en su boca liberará toda su energía para tratar de salir disparado, transmitiéndote toda su fuerza a través del hilo de pesca a tus manos, de forma pausada con la ayuda del carrete es necesario mantener la tensión en la vara y permitir que el pez desfoje toda su energía mientras es arrastrado a la orilla, permitiéndole a la línea aplicar mucha fuerza, pero sin llevarla a su límite de quiebre.

Este estilo de pesca es muy adictiva por los grandes peces que habitan en el río Bravo; muestra de ello nos comparte el amigo Miguel Muñoz en su última captura sobre aguas del río donde en vez de bagre, logró capturar un enorme catán.

Monstruos como este, abundan a lo largo del río Bravo, trofeos de este tamaño es lo que muchos pescadores locales buscan pero pocos logran muchas felicidades…MIGUEL………..