HISTORIAS DE NUEVO LAREDO

Reloj Público: el corazón que ha marcado en 96 años el tiempo de Nuevo Laredo

Ubicado en la Plaza Hidalgo, el Reloj Público ha sido testigo del paso de generaciones que han cambiado la ciudad

El Reloj Público ha sido testigo de los cambios en Nuevo Laredo.
El Reloj Público ha sido testigo de los cambios en Nuevo Laredo.Créditos: Archivo
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Ha marcado el tiempo y ha visto los cambios que la ciudad de Nuevo Laredo ha tenido en 96 años. Es el Reloj Público de la Plaza Hidalgo, fiel testigo de generaciones que han modificado esta ciudad fronteriza.

El 15 de septiembre de 1926 se inauguró el Reloj Público cuando la ciudad iniciaba el proceso de desarrollo urbano y transformación del paisaje, marcando el  tiempo a lo largo de 96 años en el corazón de Nuevo Laredo.

El Reloj Público cuando la ciudad iniciaba el desarrollo urbano.

Ubicado en la Plaza Hidalgo entre las calles Doctor Mier, González y las avenidas Guerrero y Galeana, fue construido por iniciativa y aportaciones de la academia “Verdi”, su directora Esmeralda Díaz y alumnos se dedicaba a difundir la cultura, constituye uno de los monumentos locales más bellos.

En la época Modesto Vázquez era el alcalde de este puerto fronterizo, la extinta Junta Federal de Mejoras Materiales y Administrador de la Aduana era Esteban Baca Calderón.

Fue inaugurado el 15 de septiembre de 1926.

El reloj de fabricación alemana de la Compañía de Cronometría Hauser y se hizo traer de la Ciudad de México, fue adquirido por la joyería “La Esmeralda” y el costo fue de 47 mil pesos. La maquinaria fue colocada a base de poleas, unas pesas de veinte kilos cada una acciona el mecanismo de las campanas que marcan el tiempo cada 15, 30, 45 y 60 minutos con sus toques singulares.

Está montado sobre una torre de 35 metros y está construido en bloques de granito asentado bajo fuertes pilares de concreto, destacando en las áreas verdes de la plaza, las caras norte y sur tienen número arábigos y al oriente y poniente números romanos.

El reloj de fabricación alemana tuvo un costo de 47 mil pesos.

El icónico reloj ha sido testigo mudo de generaciones de neolaredenses que buscan en el lugar un rato de quietud y esparcimiento en el centro histórico de la ciudad y forma parte del llamado corredor turístico.

Su singular torre elevada en granito marca las horas en el centro histórico.

A lo largo de su existencia, el reloj se ha librado por una cuadra de la inundación de 1954, no así de los vándalos que lo han marcado con pintas en aerosol y plumones, fracturado las carátulas incluso faltando la iluminación interna, el señor Pablo Mata Morán a sido una de las personas que se ha hecho cargo de su mantenimiento su preservación es fundamental.