Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a una variedad de instituciones de la Iglesia Católica dedicadas a la supresión de la herejía. La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba hasta con la pena de muerte.
La Inquisición medieval se fundó en 1184 al sur de Francia para combatir la herejía de los cátaros o albigenses.
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Para 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a esta con el nombre de Inquisición española (1478-1834), bajo auspicio de la monarquía hispánica.
Las víctimas de la Santa Inquisición eran seres humanos, e incluso animales, acusados de brujería o de homosexualidad; en 1600 se emitió la orden de no hacer procesos por blasfemar, por practicar bestialismo, por herejía (cristianos que niegan algunos de los dogmas instituidos por la Iglesia católica) y por acusaciones de judaizar en secreto.
La Santa Inquisición en México
La Santa Inquisición en México se inició desde los primeros momentos en que los españoles pisaron el continente americano. Los primeros casos de que se tiene noticia son las "ordenanzas" contra blasfemos promulgadas por Hernán Cortés en 1520, es decir, antes de la caída de Tenochtitlán, y el proceso de idolatría iniciado por Nuño Beltrán de Guzmán en contra del Caltzontzin, señor de los purépechas.
Tras la conquista, se instauró el Tribunal del Santo Oficio, que dependía directamente del Consejo de la Suprema Inquisición, encabezado por el inquisidor general de la Monarquía Hispánica. La autoridad superior del tribunal en México era el Inquisidor (o Inquisidores, ya que el puesto normalmente lo ocupaban varias personas).
Los inquisidores contaban con un cuerpo de personas doctas y de alta posición social y oficial llamados "consultores del Santo Oficio", que integraban una especie de consejo. Estos consultores intervenían con su voto en las decisiones graves, como cuando un reo era condenado a muerte.
El tribunal contaba, además, con el auxilio de un cuerpo de peritos en asuntos teológicos y religiosos, llamados calificadores del Santo Oficio, cuya misión era ilustrar la opinión de los inquisidores en casos debatibles y de difícil resolución. También existía un cuerpo policiaco, que eran quienes resguardaban las cárceles y el Tribunal del Santo Oficio.
Métodos de tortura empleados
Los acusados eran interrogados, comúnmente, mediante torturas y finalmente castigados si se les encontraba culpables, requisándose sus bienes durante el proceso para sufragar las costas judiciales y los gastos de encarcelamiento.
Estos también se podian arrepentir de su acusación y recibir la reconciliación con la Iglesia. A la ejecución de los suplicios asistían el inquisidor, el médico, el secretario y el verdugo, aplicándose los mismos sobre el reo completamente desnudo.
Los más conocidos métodos de tormento fueron:
- Garrucha: se alzaba a la víctima al techo con los brazos atados por detrás de la espalda.
- Potro: se ataba al reo a un bastidor y el verdugo apretaba hasta atravesar la carne.
- Tormento del agua: se ataba al reo, se le introducía un paño por la boca hasta la garganta y se vertían jarras de agua.
Según la Iglesia católica, se adoptó el método de la tortura (lo cual era socialmente aceptado en el contexto de la época) solo en casos excepcionales. El procedimiento inquisitorial se regulaba minuciosamente en las prácticas de interrogación.
No todos los métodos de tortura aceptados civilmente eran avalados por la Iglesia católica y para que un acusado fuese enviado a tortura, debía ser perseguido por un crimen considerado grave, y el tribunal debía tener también sospechas fundadas de su culpabilidad.
Actualmente existen algunos registros y herramientas de tortura que se usaron en la Santa inquisición en México, las herramientas son resguardadas en museos donde explican su aplicación.