SE FUE EL ÚLTIMO GRAN CAPITÁN

Despiden con honor legado de Heriberto Deándar Martínez

Su obra portentosa fue posible porque tuvo el talento de convocar a las plumas más brillantes y los intelectos más preparados para dar a Reynosa un periódico a la altura de las grandes metrópolis

Falleció este viernes 12 de diciembre en Reynosa, Tamaulipas
Originario de Nuevo Laredo.Falleció este viernes 12 de diciembre en Reynosa, TamaulipasCréditos: El Mañana
Por
Escrito en REYNOSA el

El último de los grandes capitanes que forjaron, a golpe de tenacidad, la grandeza de esta frontera, ha sido llamado por el Señor a su lado. Heriberto Deándar Martínez fue figura principal en la región a finales del siglo pasado y el actual.

Su obra portentosa fue posible porque tuvo el talento de convocar a las plumas más brillantes y los intelectos más preparados para dar a Reynosa un periódico a la altura de las grandes metrópolis.

Cuando Carlos Salinas impuso a rajatabla el modelo de economía neoliberal, acabó con los liderazgos y cacicazgos de Tamaulipas.

Sólo uno escapó de la furia salinista: Heriberto Deándar, quien pudo sortear la feroz persecución de Jorge Carpizo y su ejecutores, porque su liderazgo promovió las mejores causas de la comunidad; no era para servirse, sino a servir a los demás, como lo demostró con el magno festival para las madres, en el que participaron las grandes estrellas del momento dentro y fuera del país.

O la defensa de los productores rurales a los que malos funcionarios de la Secretaría de Recursos Hidráulicos querían cobrar el agua a precios exorbitantes, o la reivindicación de los trabajadores del volante.

Quizá su obra mayor haya sido oponerse al neoliberalismo y resistir el poder de Salinas, que nunca logró doblegarlo, pues ante la oferta de perdón para que regresara a su casa, se negó terminantemente y esperó que la justicia se impusiera librándolo de todos los falsos cargos que se le imputaron.

Fue también un valioso precursor de la Cuarta Transformación de la vida pública nacional, identificándose plenamente con Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo, y sus tesis del humanismo mexicano.

Cuando en la entidad regían las huestes del mal, Beto Deándar abrió las puertas de su periódico a la lucha por erradicar la corrupción y la restauración del estado de derecho hasta volver al régimen democrático constitucional, que tanto lustre ha dado a México. Ante su partida, quizá el mejor homenaje a Don Beto sea recordar sus palabras textuales contenidas en pasajes de su libro autobiográfico “El Hombre y su Huella”: La pasión de mi vida ha sido EL MAÑANA, pero también me he dedicado a la tierra.

Tengo dos ranchos, uno de agricultura y otro ganadero-cinegético. Mi trabajo es el periódico, el rancho es mi hobby. Yo soy de la idea de que aquel que se desparrama mucho a nada le pega bien. Ahora, los magnates quieren ser empresarios, políticos, periodistas y rancheros, y lo son desgraciadamente. Ahora, hay una fila interminable de personas que se enriquecen ilegalmente y no pasa nada.

Antes, con el PRI, le tapaban el ojo al macho; de repente, metían uno a la cárcel, o dos o tres. Lo hacían; ahora, no. Con pruebas fehacientes, bien documentadas, no pasa nada. Ahí están los funcionarios exhibidos, como el de la CFE, que le tomaron fotos a sus yates, a sus propiedades; estamos hablando de millones de dólares y no pasa nada.

De esos hay muchos en el PAN. Los hijos de Martha Sahagún fueron depredadores, conseguían contratos en Petróleos y la señora Martha no se diga. Votamos por un cambio y sÍ hubo cambio, pero al revés, para atrás; ahora, no sólo son rateros, sino cínicos, porque no les hacen nada, no castigan a nadie... Los personajes que admiro son Mauricio González de la Garza, el Lic

Luis Echeverría Álvarez y el presidente Andrés Manuel López Obrador. Mauricio era un tipo congruente consigo mismo. Era un intelectual muy honesto y muy profundo en su manera de pensar, muy valiente. Una vez fue a retarlo una persona a su casa de Cuernavaca y salió. Dijo: “No, oiga. De la cintura para abajo quién sabe; pero de la cintura para arriba, soy más hombre que usted y éntrele a los chingazos”.

El pelao se le rajó. Escribir como él escribía, en contra del presidente de la República, no cualquiera lo hace. Luis Echeverría fue un buen presidente; es el autor del México moderno. Lo acusan de populista y de que golpeó a los estudiantes. Para empezar, él no era presidente cuando pasó lo de Tlatelolco; el presidente era Díaz Ordaz y él mismo reconoció que: “Aquí no hay más culpable de lo que pasó que yo; no le echen la culpa a nadie más”.

En esos acontecimientos, el país estaba perdiendo su autonomía por la intromisión de los rusos y los gringos, enfrascados en la Guerra Fría. Ya habían desestabilizado a Centroamérica y querían seguir con México. Afortunadamente, don Gustavo lo impidió.

De López Obrador hay que reconocer su honestidad, su congruencia y su convicción humanista que se resume en su axioma: Por el bien de todos, primero los pobres. O que gobierne para los más necesitados; sino, para todos, pero atendiendo primero a los que menos tienen. Sus obras y grandes logros están a la vista. Él sabe la posición de EL MAÑANA y ha reconocido el aporte que ha tenido en su lucha social; así lo expresó cuando nos visitó en el 2011...

Después de tantos años, ver a EL MAÑANA convertido en una gran empresa, en un gran periódico, es una gran satisfacción y más porque ha sabido conservar su esencia de diario independiente, siempre en defensa de las mejores causas sociales.

Pronto, los hijos van a tener que tomar las riendas. En EL MAÑANA o en otros caminos, no sabemos. Ya cuando son tres generaciones las que han pasado, puede empezar a haber crisis; ojalá que no pase nada, pero vamos a estar preparados para lo que sea. Se fue don Heriberto Deándar Martínez en paz y satisfecho.

Sus amigos lamentamos que los políticos y la gente a los que tanto benefició no hayan tenido la hidalguía de reconocer su vida y su obra, como bien lo merecía. Ahora van a dar la cara y rasgarse las vestiduras; pero, no lo hicieron en su momento.

Como dijo Anna María Rabaté: “Si deseas dar una flor/ no esperes a que se mueran,/ mándala hoy con amor.../ en vida, hermano, en vida”. ¡Descanse en paz el último de los grandes capitanes!