COMPARTIENDO OPINIONES

Okami

Escrito en OPINIÓN el

¿Cuánto pagaría por un perro? Probablemente, y si realmente está enamorado de ese perro, pagaría unos miles de dólares. Sin embargo, en una subasta, hubo quien estuvo dispuesto a pagar más de 5 millones de dólares, con lo cual “Okami”, se convirtió en el perro más caro del mundo. Su comprador debe de tener un amor extraordinario para pagar lo que la mayoría de los seres humanos no podría juntar durante su vida.

Por otro lado, y in llegar a las exageraciones por este canino. El precio del boleto más caro para la final del juego entre Panamá y México, tuvo un costo de 500 dólares, pero más de 600 en la reventa. Más de la totalidad del sueldo mensual de un trabajador, sin contar, por ejemplo el costo de la comida y bebida que inflaría ese precio.

Y nosotros ¿en qué gastamos nuestro dinero? O, más bien ¿en que gastamos nuestra vida? Muchos de nosotros solemos ser muy generosos en acercarnos a lo que nos destruye, y, muy reacios a acercarnos a lo que nos enriquece como humanos.

En su mensaje del año pasado, el Papa nos invita a gastar nuestra vida en lo que vale la pena:

“Nuestra vida es como un viaje que nos impulsa más allá de nosotros mismos, un camino en búsqueda de la felicidad; y la vida cristiana, en particular, es una peregrinación hacia Dios, nuestra salvación y plenitud de todo bien. Las metas, las conquistas y los éxitos a lo largo del camino, si se quedan sólo en el ámbito material, después de un primer momento de satisfacción nos dejan aún sedientos, deseosos de un sentido más profundo. En efecto, no sacian plenamente nuestra alma porque fuimos creados por Aquel que es infinito y habita en nosotros el deseo de la trascendencia, la constante inquietud hacia el cumplimiento de las aspiraciones más grandes, hacia ‘algo mayor’. Por lo tanto ‘ver la vida desde el balcón’, para ustedes, los jóvenes, no puede ser suficiente.

“Es normal que comencemos a sentir cansancio. En algunos casos, lo que provoca ansiedad y cansancio interior son las presiones sociales que obligan a alcanzar ciertos estándares de éxito en los estudios, el trabajo y la vida personal. Esto produce depresión, ya que vivimos en el afán de un activismo vacío que nos lleva a llenar el día con miles de cosas y tener la sensación de nunca hacer lo suficiente y nunca estar a la altura. A este cansancio se une el hastío. Es ese estado de apatía e insatisfacción de quien no se involucra en nada, no se decide, no elige, nunca arriesga y prefiere permanecer en su zona de confort, encerrado en sí mismo, viendo y juzgando el mundo detrás de una pantalla, sin jamás “ensuciarse las manos” con los problemas, con los demás, con la vida. Este tipo de cansancio es como un cemento en el cual están sumergidos nuestros pies, que termina por endurecerse, se vuelve pesado, nos paraliza y nos impide caminar. ¡Prefiero el cansancio de quien está en camino que el hastío de quien permanece detenido y sin deseo de caminar!

“La solución al cansancio no es detenerse a descansar. Es más bien ponerse en camino y volverse peregrinos de esperanza. Esta es mi exhortación: ¡caminen en la esperanza! La esperanza vence todo cansancio, toda crisis y toda ansiedad, dándonos una fuerte motivación para seguir adelante, porque esta esperanza es un regalo que recibimos de Dios mismo. Él colma de sentido todo nuestro tiempo, nos ilumina en el camino, nos indica la dirección y la meta de nuestra vida. Quien de entre ustedes haya participado en una carrera —no como espectador, sino como protagonista— sabe bien la fuerza interior que se necesita para alcanzar la meta. La esperanza es precisamente una fuerza nueva que nos permite perseverar en el camino, que nos hace tener una ‘mirada amplia’ que va más allá de las dificultades del momento y nos dirige hacia una meta concreta: la comunión con Dios y la plenitud de la vida eterna. Si hay un objetivo grandioso, si la vida no está dirigida hacia la nada, si nada de cuanto sueño, proyecto y realizo se perderá, entonces vale la pena seguir caminando y sudando, soportando los obstáculos y afrontando los cansancios, porque la recompensa final es maravillosa”.

Hasta aquí el mensaje, que es un ponernos a pesar en que gastamos nuestra vida. Muchos de nuestros esfuerzos, suelen ir marcados por los caprichos, placeres o impulsos, que, tarde o temprano nos cobrará  nuestras decisiones. Invierta a lo que es correcto. Pero en ello, como siempre, usted tiene la última palabra.