La “pausa” de los aranceles a los productos mexicanos que cruzan a Estados Unidos era para muchos algo de esperarse, aunque indudablemente hubo incertidumbre por varios días a pesar de que analistas y la propia presidenta Claudia Sheinbaum habían señalado no creer que fueran a ocurrir.
Si bien el sábado Donald Trump oficializó lo que toda la semana pasada estuvo reafirmando y que desde hace meses incluía en su discurso; la amenaza del muro arancelario a México que visto desde cerca y desde muy lejos, parecía a todas luces ser simplemente una herramienta para cumplir un par de propósitos y al final quedar bien con sus bases electorales norteamericanas.
Con el trato ofrecido de “pausar” los aranceles bajo la condicionante de que en un mes se logren algunos objetivos en materia de seguridad, Trump pretendía presumir a sus bases que doblegó a México, aunque los expertos saben que esas tarifas contrariaban los acuerdos que él mismo firmó en su primera administración y que por lo tanto no procederían, mientras que la administración de Sheinbaum en todo momento señaló tener la disposición de trabajar de manera conjunta, que es justo lo que se va a hacer, pero luego de una dramática novela, que muchos podrían considerar un tanto innecesaria, pero al final, con todo el estilo clásico del magnate.
Movilizar 10 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera en un futuro inmediato, es algo que se podía hacer sin necesidad de las amenazas arancelarias, sino como parte de esa colaboración que tanto pedía Sheinbaum y que de alguna manera va en tono con el énfasis al tema de seguridad que ha caracterizado al arranque de su sexenio.