EL GUSANO BARRENADOR vino a impactarnos de forma contundente, pues mientras algunos ganaderos aprovecharon el cierre de la frontera a la exportación del ganado con aumentos de precios, los consumidores tenemos que pagar más por una carnita asada.
Antes de esta problemática, el precio de la carne de res rondaba los 60 pesos el kilo, de ganado en pie, que es como se le llama cuando el animal está vivo; pero después de noviembre del 2024 y ya a un año transcurrido de la problemática, el mismo producto tiene un costo de 110 pesos por kilo, en promedio.
Este panorama es en las subastas de la región, que fue para los ganaderos locales una alternativa en tanto se lograba la reapertura de la frontera, que aún parece distante.
Obviamente al aumentar el precio en el mercado nacional, las tiendas de abarrotes debieron hacer sus ajustes y le cargaron esos incrementos al consumidor final, por lo que muchos hogares han tenido que hacer sacrificios para poder seguir llevando la carne a la mesa, ni se diga para todos aquellos aficionados a la parrilla, que de igual manera han tenido que destinarle más a ese convivio de fin de semana.
Claro, mientras que algunos simplemente han tenido que gastar más para mantener sus hábitos de consumo, otros han optado por reducirlo, o en su defecto, adquirir cortes más económicos, así como inclinarse a la carne de cerdo y pollo.
Al final, los más afectados somos quienes vamos al supermercado a experimentar un incremento en los precios de la carne, que se combinan con los aumentos a otros productos tanto de la canasta básica, como en general.