En el Puente III desde muy temprano -y seguramente días antes- tanto choferes, empresarios y autoridades se encontraban a la expectativa de un posible bloqueo del cruce, como parte del movimiento que se había anunciado a nivel nacional por parte de los agricultores y transportistas.
Si bien, muchos choferes locales comprenden los motivos de los manifestantes, la realidad es que no todos estaban de acuerdo con bloquear este cruce, especialmente por las implicaciones de perder todo o parte de un día de ingresos, pues como bien saben, los operadores de la modalidad “transfer”, conforman sus ganancias con la mayor cantidad de cruces diarios que puedan hacer y una protesta como las que han ocurrido anteriormente, significa pérdidas para todos.
Claro, este es el punto de vista de un numeroso segmento local que ve primordialmente por su patrimonio, y no quiere decir que sean ajenos a los reclamos que motivaron la protesta, sino que su preocupación por sacar el día adelante, les complica perder las ganancias de la jornada y, obviamente, quienes participaron en las manifestaciones, debieron sacrificar su día, por alzar la voz a sus reclamos, simplemente son las formas de ver de cada segmento y los sacrificios que están dispuestos a hacer, dependiendo de la problemática que enfrentan, cada uno por su cuenta.
Al final, la aduana de Nuevo Laredo no fue escenario de las protestas, que era lo que más temían empresarios y choferes de la localidad, pues por experiencias previas, un día de paro en el principal puerto terrestre de Latinoamérica, suele ser catastrófico.
