Ah, Nuevo Laredo, esa joya del noreste que sigue esperando, como quien aguarda al amor de su vida, su nuevo y flamante Hospital General. Nos lo prometieron más grande, más moderno y más funcional. ¿Qué digo más grande? ¡Quince veces más grande! Y no sólo eso, también nos lo aseguraron para 2023, o en el peor de los casos, 2024. Pero aquí estamos, entrando en el 2025, y lo único que ha crecido son nuestras dudas y la paciencia de quienes necesitan atención médica urgente.
Recordemos que este proyecto no es nuevo. Lleva más de seis años como un sueño arrumbado, un elefante blanco en papel. Hubo una administración municipal panista que gastó 25 millones de pesos en un Proyecto Ejecutivo que no sólo se quedó en promesa, sino que también violó procedimientos de licitación. Porque en México, hasta los sueños parecen necesitar permisos especiales para hacerse realidad.
Luego vino la promesa renovada: el subsecretario de Salud estatal, Gabriel Garza, anunció con bombo y platillo que la construcción del hospital arrancaría en 2023. El terreno ya está ahí, frente a la Colonia Francisco Villa. ¡151 mil 834 metros cuadrados de esperanza! Sin embargo, la esperanza no sana fracturas ni reduce fiebre.
Aquí estamos, sin fechas claras y con más dudas que respuestas.
Nuevo Laredo merece claridad. Merece que las autoridades de salud y finanzas salgan del silencio y den una actualización. ¿Dónde está el avance? ¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar?
No es sólo una obra, es una necesidad urgente. Este hospital significa atención médica digna para miles de personas en el sector más poblado de la ciudad. Cada día que pasa sin su construcción, es un día en que alguien no recibe la atención que necesita.
Las autoridades tienen la palabra. Y nosotros, los ciudadanos, tenemos el derecho —y el deber— de exigirles que la cumplan.
¿Ustedes qué opinan?