Antes que nada, es importante mencionar que la primera bolsa de plástico apareció en el planeta en la década de los años 70, sin embargo, el producto denominado polietileno que es el plástico más común para formar las bolsas de plástico, fue creado en 1933 por error en una planta química de Inglaterra en Northwich, en donde se generaron pequeños lotes de este producto para utilizar en secreto por los militares británicos durante la Segunda Guerra Mundial (ONU, 2018).
Posteriormente, en 1965 este material permitiría crear propiamente las bolsas de polietileno de una sola pieza, que serían patentadas y diseñadas por el ingeniero Sten Gustaf Thulin, y que sustituirían a las bolsas de tela o papel que se usaban en Europa.
Para a finales de los 70, en Estados Unidos se comercializaría a nivel mundial las “bolsas de plástico” mediante la distribución gratuita en supermercados y diversas tiendas, que han llegado a ser un producto de uso y presencia universal en nuestra vida diaria.
Lamentablemente en 1997, la presencia de las bolsas de plástico sería de nuevo noticia cuando el marinero e investigador Charles Moore, descubrió la gran mancha de basura que flotaba en el Pacífico, y que básicamente era la acumulación de inmensas cantidades de desecho de plástico, entre ellos bolsas, que flotan como una isla y que amenazan la vida marina y terrestre.
Lo anterior lleva a preguntar: ¿Qué efectos tiene la bolsa de plástico en el ambiente y en específico en suelo y agua?
Las bolsas de plástico al estar constituidas de polietileno que es un derivado del petróleo y el gas natural, al desecharse incorrectamente en vía pública (parques, calles, mercados rodantes, etc.) o en zonas naturales (ríos, riachuelos, cañadas, barrancas, áreas naturales protegidos, etc.) tienen un impacto ambiental negativo-significativo, ya que se tardan decenas de años en degradarse e integrarse al suelo o agua.
De hecho, la integración de las bolsas de plástico al medio ambiente requiere primero su fragmentación al nivel de microplásticos (partículas de plástico menores a 5mm hasta tamaños pequeños que son imperceptibles a la vista humana), los cuales pueden persistir en el suelo hasta mil años, durante este tiempo se van lixiviando sustancias tóxicas, tal es el caso del bisfenol A (BPA) y los ftalatos que contaminan el suelo y el agua, lo cual tienen efectos hormonales sobre los vertebrados e invertebrados. Lo que causa anormalidades en los organismos acuáticos o terrestres, que participan en la cadena alimenticia y con ello es probablemente que lleguen a nuestras mesas como alimento.
A lo anterior, se agrega que las bolsas impactan no sólo en los cuerpos de agua sino en su flora y fauna, y también a la infraestructura urbana, siendo que obstruyen las vías fluviales que provocan o incrementan el riesgo de inundaciones al bloquear de cauces de ríos y arroyo e incluso el drenaje de ciudades. A nivel del daño en la vida acuática, se presenta cuando los peces u otros organismos ingieren nanoplásticos (plástico inferior a 0.1 micrómetros, que puede ingresar en células y tejido) o cuando las bolsas se enredan en organismos como tortugas, pequeños tiburones, focas, etc., hasta asfixiarlos o simplemente por la liberación de sustancias tóxicas como pigmentos que se integran al agua o suelo.
Así, los impactos ambientales y en infraestructura, descritos se hicieron evidente en el 2002 cuando en Bangladesh se dio la obstrucción del drenaje público de la ciudad por acumulación de las bolsas de platico, lo cual llevó a su prohibición y que se extendería años más tarde a la mayoría de los países del mundo.
Un año más tarde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) reportan que de los 192 países integrantes al menos 127 de ellos, promulgarían algún tipo de legislación nacional para abordar los problemas ambientales que genera las bolsas de plástico.
Así a nivel internacional, se acordó que el 3 de julio se conmemora el “Día internacional libre de bolsas”, que para el caso específico de las entidades del norte de México ha sido un proceso lento, siendo que se aprobarían las regulaciones en año 2018 y entraría en vigor entre el 2019 y 2020.Ante esto debemos reflexionar cuando nos preguntan ¿quiere bolsa? Porque esta decisión personal nos lleva repensar, si el costo de usar bolsas lo debe pagar el planeta o ¿quién?