Por décadas los mexicanos, sobre todo los aficionados al futbol, han soñado con un equipo que en verdad ofrezca esa satisfacción de verlos no solo jugar, sino ganar, sin embargo, curiosamente esto nunca se ha dado, dando pie a cuestionar, entonces ¿existe una maldición en la selección de futbol?
Para esto, se necesitaría auscultar entre los periódicos quizás de los años cincuenta o sesenta, cuando comenzaba a tener auge dicho grupo nacional en este competido deporte; así, descubrir si alguien por ahí y en un momento de enojo, lanzara para este grupo futbolero algún temeroso deseo maligno.
No, no se trata de endosarle a esa siempre mala actuación de la Selección Nacional de Futbol ese aderezo de justificación y por lo mismo tenerles esa compasión, en consecuencia, entender que mientras exista esa maldad que recae sobre ellos, siempre los resultados serán, tendrán que ser así, los mismos.
Entonces se podría pensar que un brujo podría ser ese autor de esa mala fe, por lo mismo replicándose la mala actuación año tras año, década tras década, sin importar que la integren jugadores de excelsa calidad, técnicos reconocidos en otros equipos por sus grandes resultados.
O bien, podría ser ese aficionado que por alguna cuestión fue rechazado por algún jugador de saludarlo, al sentirse ofendido lanzando maldiciones que perduraran por muchas décadas, no pudiéndose librar la selección de esas malas vibras.
También se pudiera pensar que alguna nación ofendida por algún partido en donde perdió ante México haya actuado en contra de éste, poniéndolo en el altar de la maldad para que, en cada juego, siempre le vaya mal.
Quizás todo esto suene algo exagerado, pero por igual y de ver los mismos resultados década tras década, los aficionados sientan que en verdad algo malo está pasando dentro de ese grupo participativo de representación nacional, pues y aun con grandes jugadores que se han dado y formado, curioso es que por siempre se tengan similares actuaciones.
Sobre esto, no es por demás recordar al menos un caso que probablemente confirme o haga pensar que las maldiciones si se den en este tipo de deportes nacionales, o de índole internacional y en cualquier otro tipo de deporte ajeno al futbol.
Caso que es muy conocido por todos al ser casi ya parte de la historia del beisbol, sobre todo del norteamericano, al darse uno resultante del dueño de una cabra quien la llevó al estadio para que lo acompañara para el ver jugar a su equipo favorito. Tomado por el público asistente como algo inusual, comenzaron los reclamos ante la incomodidad del olor o inquietud del animal. Cuenta la historia que ambos fueron echados del estadio y sin piedad por el propio dueño del equipo, en respuesta lanzando aquel aficionado y de inmediato una sentencia: “Malditos, no volverán a ganar (una Serie Mundial)”.
Regresando en el caso de la Selección Nacional de futbol, tal parece que por igual alguien por ahí echó una maldición, pues no han logrado brindar esa satisfacción con su desempeño a través de muchos, muchísimos años.
Pero, si en los periódicos de esas épocas no se encuentra nada manifestado y relacionado, entonces podría encontrarse en algunos jugadores, en sus declaraciones dejadas entre sus grupos de familias o amigos, de sus vivencias, en los trayectos con su selección. Así, descubrir el sentimiento de Leonardo Cuéllar, el famoso “Tota” Carbajal, Enrique Borja, Nacho Calderón, “Pichojos” Pérez, aquel “Kalimán” Guzmán, el “Mugrosito” Rivas y muchos y más jugadores posteriores. Pero, si de igual modo que en los periódicos, de estos famosos futbolistas no se supo o no dejaron nada escrito o comentado entre sus círculos cercanos, entonces debería considerarse el buscar algo que se relacione y de existir, a esa maldad.
De lograr el descubrir que no hay nada anormal en contra de ningún jugador, de ningún técnico, de la misma selección de futbol, bueno sería buscar ese motivo, esa causa que no permita en estos aspectos deportivos el avanzar, pues cierto es que estas actuaciones duelen, lastiman el orgullo e identidad de todos los mexicanos.
Entonces y de comprobarse que no existe maldición alguna de parte de un brujo, de ese enojado aficionado, de ese rencoroso país contrario, entonces los cuestionamientos validos quizás serían los siguientes: ¿acaso la maldición vendrá de los mismos dueños de los equipos que proporcionan a los jugadores a la selección? ¿Serán quizás las televisoras esas que acaparan y totalmente la publicidad? o ¿serán los mismos patrocinadores que logran el obligar a ingresar a jugadores repetitivos, ya agotado su talento, tan sólo para cumplir contratos, publicitar sus marcas, productos o servicios?
Viéndolo de esa manera, quizás los mexicanos comprendan que efectivamente y sobre la Selección Nacional de futbol, existe una gran maldición de deseo y poder, esa que les permite a los que manejan sus “hilos” el tan sólo el manipularla, utilizarla para lograr sus objetivos sin importarles del futbol sus resultados, del mexicano su orgullo e imagen.