COMPARTIENDO OPINIONES

Hasta el extremo

Escrito en OPINIÓN el

Iniciamos los días más importantes de la Semana Santa: el jueves, la institución de la Eucaristía. El Viernes, la Pasión y el Sábado por la noche, la Vigilia Pascual.

Hace poco, veía una cartulina por el centro que anunciaba un evento que decía “Una Semana Santa que no es Semana Santa”. Probablemente el cinismo de ese cartel no hace más que exponer una realidad en la que, la Semana Santa se ha convertido en unos días de vacaciones, un equivalente del “spring brake”, en el que la búsqueda de diversiones es lo prioritario.

No tengo nada contra los descansos y de aprovechar las oportunidades que tenemos para disfrutar la vida, pero sí  para darle a cada cosa su verdadero valor para vivir como seres humanos.

Pero, volvamos a la Semana Santa. 

Para muchos, el jueves es importante por la bendición de los panes y las velas. Sin embargo, estos signos, aunque populares, son secundarios ante lo que celebramos de manera anual: el Lavatorio de los pies, un signo que no ha perdido actualidad y que, junto a la Fe, nuestra coherencia, deben ser las principales características que debemos de tener lo que nos profesamos creyentes.

Hace unos años, mientas el Papa hacia la celebración del Jueves Santo, en un centro penitenciario de Roma, declaró: “Este jueves, Jesús estaba en la mesa con los discípulos, celebrando la fiesta de la Pascua. Y el pasaje del Evangelio que hemos escuchado contiene una frase que es precisamente el centro de lo que hizo Jesús por todos nosotros: ‘Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo’. Jesús nos amó. Jesús nos ama. Sin límites, siempre, hasta el extremo. El amor de Jesús por nosotros no tiene límites: cada vez más, cada vez más. No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros, hasta el punto de dar la vida por nosotros. Sí, dar la vida por nosotros; sí, dar la vida por todos nosotros, dar la vida por cada uno de nosotros. Y cada uno puede decir: ‘Dio la vida por mí’. Por cada uno. Ha dado la vida por ti, por ti, por ti, por mí, por él… por cada uno, con nombre y apellido. Su amor es así: personal. El amor de Jesús nunca defrauda, porque Él no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos. Esta es la primera cosa que quería deciros: Jesús nos amó, a cada uno de nosotros, hasta el extremo.

“Y luego, hizo lo que los discípulos no comprendieron: lavar los pies. En ese tiempo era habitual, era una costumbre, porque cuando la gente llegaba a una casa tenía los pies sucios por el polvo del camino; no existían los adoquines en ese tiempo… Había polvo por el camino. Y en el ingreso de la casa se lavaban los pies. Pero esto no lo hacía el dueño de casa, lo hacían los esclavos. Era un trabajo de esclavos. Y Jesús lava como esclavo nuestros pies, los pies de los discípulos, y por eso dice: ‘Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora —dice a Pedro—, pero lo comprenderás más tarde’. Es tan grande el amor de Jesús que se hizo esclavo para servirnos, para curarnos, para limpiarnos.

“Y hoy, en esta misa, la Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies de doce personas, en memoria de los doce apóstoles. Pero en nuestro corazón debemos tener la certeza, debemos estar seguros de que el Señor, cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir de nuevo su amor. En la Biblia hay una frase, del profeta Isaías, muy bella, que dice: ‘¿Puede una madre olvidar a su hijo? Aunque ella se olvidara de su hijo, yo nunca me olvidaré de ti’. Así es el amor de Dios por nosotros.

“Y yo lavaré hoy los pies de doce de ustedes, pero en estos hermanos y hermanas están todos ustedes, todos, todos. Todos los que viven aquí. Ustedes los representan a ellos. Y también yo necesito ser lavado por el Señor, y por eso recen durante esta misa para que el Señor lave también mis suciedades, para que yo llegue a ser un mejor siervo vuestro, un mejor siervo al servicio de la gente, como lo fue Jesús”.

padreleonardo@hotmail.com