Siempre hemos dicho en el pueblo que febrero es un mes loco pues sus bruscos cambios de clima son impredecibles e inesperados, lo mismo puede amanecer un día soleado y de pronto nos llega el nortazo con inaudita fuerza que nos cambia todo el panorama. Hemos tenido festejos del natalicio de Jorge Washington de lo más variados. Simplemente hace un año, nos congelábamos en el puente durante la ceremonia del abrazo, este año no dejó de caer una pertinaz lluvia que nos mojó hasta los huesos; afortunadamente el desfile no se suspendió.
Definitivamente febrero está loco, pero luego llega marzo igual de impredecible; este año nos hacía un calor ya más propio de verano pese a que estábamos en pleno invierno, tuvimos que empezar a sacar la ropa de verano, cuando de pronto nos llega un nortazo con agua y granizo, nos mueve todo el esquema y otra vez a guardar ropa ligera para retomar las prendas de invierno. Andamos todos distanteados, por cierto ese día y a esas horas nos llegó una tremenda oleada de paisanos que ingresaron al país para pasar los días santos y nos congestionaron los puentes.
El pasado viernes, como a las 7:00 de la tarde, regresaba yo de llevar a los nietos al otro lado cuando me vi atrapado en la fila de carros que intentábamos cruzar hacia el lado mexicano, la línea se prolongaba varios kilómetros por el 35, me salí e intenté tomar la avenida Santa María, craso error, estaba peor y me fleté la friolera de más de dos horas para poder cruzar. Ni modo, error de cálculo. Pero bueno este es Laredo, aquí nos tocó vivir dijo Cristina Pacheco, y aquí vivimos y aquí comemos, decía mi abuela.
Pero con todo esto vivir en Laredo, cualquiera de los dos, es un verdadero privilegio, tenemos lo mejor de los dos países y un clima que todos los días nos da sorpresas.
Habrá que aceptar que cuando abril da la rabiada ni animales en la majada, decían los viejos ganaderos y es que también abril tiene lo suyo, igual podemos tener un bellísimo clima primaveral, propio del mes, que de pronto nos llegue un inesperado norte que nos cambia todo, de haber salido, en mangas de camisa, regresamos por algún suéter o chamarra, las mamás corren apresuradas a las escuelas de sus hijos a llevarles algo para protegerse del frío que nadie esperaba ni estaba anunciado.
Y ni qué decir de mayo. Se acuerdan de un 10 de mayo, allá por el año 1971, en que después de haber amanecido una mañana soleada, brillante y cálida, en menos de media hora nos cae tremenda tormenta acompañada de granizo que inundó medio pueblo, se suspendieron lo festejos en todas las escuelas del Día de las Madres, adornos, mesas y manteles todo se echó a perder, los niños y las mamás se quedaron vestidos y alborotados y además atrapados en las escuelas pues el temporal no los dejaba salir. Esa mañana fue de un caos total.
Bueno, pues este es Laredo de ambos lados del rio, es donde nos toca vivir y con todos estos avatares los disfrutamos y hasta lo presumimos. Bueno estamos en marzo otro poco de loco, esperamos a ver que sorpresa no trae abril y que desconocida nos puede dar mayo, total, ya estamos acostumbrados, no pasa nada. Aquí ni temblores, ni volcanes en erupción, ni inundaciones, ni ciclones o tornados, mucho menos tsunamis o deslaves, o deslizamientos, es la fortuna de no tener montañas ni cerros, que además nos deja un bellísimo horizonte plano, que nos define, no tenemos límites para nada.
Gracias amable lector por la gentileza de su atención. Me ha dado un gusto enorme que nuestro periódico, El Mañana haya retomado su viejo, pero certero lema de “El periódico que va con el pueblo”, porque así ha sido siempre, es el periódico que va con el pueblo. Feliz fin de semana.