¡Ah, qué maravilla eso de hablar del consumo local! Porque, ¿quién no quiere sentirse querido y que apoya a su propia comunidad comprando las deliciosas tortillas de harina preparadas en Nuevo Laredo, o ese filete que sabe a cielo en la boca?
Ahora, más que nunca, es momento de ser un poco más neolaredenses, y no solo de espíritu, sino de cartera.
Hay algo profundamente mágico y humano en apoyar a nuestra gente: ese señor que lleva generaciones haciendo las cueras tamaulipecas con amor y destreza, o probando los tamales o pasteles preparados por manos neolaredenses. Porque, díganme ustedes, ¿quién entiende mejor nuestros antojos que un cocinero local? Nadie.
Eventos como la “Campechaneada” no son solo fiestas de sabor y música; son, en esencia, un escaparate del ingenio y el trabajo duro de nuestra gente, para conocer nuestros restaurantes.
Comprando carne de los ranchos locales, también apoya la economía regional. Así de bonito, así de nuestro.
Es también una recomendación práctica y urgente: comprar lo que se produce aquí activa nuestra economía, reduce nuestra dependencia de cosas que vienen de vaya usted a saber dónde, y de paso le echamos la mano a nuestros vecinos.
Ahí está lo “Hecho en Tamaulipas”, un programa que impulsa los productos locales, es un recordatorio de que lo local no solo es calidad, sino identidad. Vamos a valorar lo que tenemos en casa. Porque, al final, consumir local no solo llena la panza o el clóset, también llena el corazón. Y eso, querido lector, no tiene precio.
¿Usted qué opina?