El tema del agua en las ciudades fronterizas de Tamaulipas es crucial por varias razones. Sólo se mencionarán algunas de ellas. Primero, por las condiciones geográficas de la región y que ante sequías recurrentes que acontecen en la zona, impactan en la disponibilidad del agua que se utiliza para las diversas actividades: de esa manera, por lo general llueve poco y al parecer las lluvias son cada vez más irregulares. Otro aspecto tiene que ver directamente con las acciones humanas: el mal uso y manejo que hacemos del recurso: se acepta que en las ciudades se pierde hasta el 40 por ciento del agua ya sea por fugas o desperdicio por su mal uso, entre otros aspectos asociados a la infraestructura o al actuar de los denominados usuarios, como por ejemplo, las tomas clandestinas.
Las ciudades fronterizas de esta región se abastecen principalmente del agua del río Bravo. Una cuenca que se comparte con Estados Unidos y cuya agua se distribuye acorde con el Tratado de Aguas de 1944. Su manejo se hace a través de las dos presas internacionales: La Amistad en Ciudad Acuña, Coahuila y la Falcón, en Nueva Ciudad Guerrero, Tamaulipas. Cuando en estas presas hay baja disponibilidad del recurso, por lo regular se manifiesta la preocupación por la posible falta para las poblaciones que abastecen. Lo que sucede en condiciones de sequía y como tal de ausencia de lluvias o de pocas precipitaciones. Y que ante tales condiciones una salida puede ser el racionamiento del servicio de agua potable.
No obstante, el hecho de que las ciudades fronterizas de Tamaulipas tengan como fuente principal al río Bravo es tal vez una ventaja pues eso ha permitido que las poblaciones tengan “siempre” el vital líquido. Además, no se trae el agua de grandes distancias como en otras partes del país. Eso no significa que, ante condiciones apremiantes de bajas disponibilidades en este caso en las presas, las autoridades no tomen medidas, como se dijo, para que la gente tenga agua, al menos la esencial para sus necesidades básicas en los hogares. Estas ciudades tienen altas coberturas de agua potable, por lo general superiores al 90 por ciento. Eso no quiere decir que no tengan problemas de falta de agua en los hogares, lo que sucede sobre todo en los sectores sociales más vulnerables que viven en las periferias de las ciudades y en donde, en algunos casos, no llega la tubería de agua potable. Aunque la existencia de tubos no garantiza que necesariamente se tenga o llegue el agua a las casas ante problemas en el sistema de abasto, como baja presión en las tuberías, por ejemplo: “Sale puro aire de la llave, se llega a decir”.
Ante esas condiciones naturales y sociales que hemos comentados (sequías y mal uso y manejo), siempre está latente la esperanza de que en la temporada de lluvias se recuperen las fuentes que abastecen a estas poblaciones. Había optimismo que la tormenta tropical Alberto que azotó en el mes de junio de este año por esta región trajera copiosas lluvias y llenaran las presas de la zona. Esto no sucedió para esta área donde se asientan las ciudades fronterizas de Tamaulipas. Hoy en día las presas mencionadas están en niveles bajos. De ahí la preocupación por la falta de agua. Y las lluvias siguen sin aparecerse.
Parece trillado decirlo, pero toca tanto a las autoridades como a nosotros la población hacer un mejor uso y manejo del agua. Asumir nuestra responsabilidad y cuidar tanto los recursos naturales como los ecosistemas acuáticos para preservar el recurso hídrico esencial para todos los seres vivos.