El reciente análisis realizado por la Comisión de Transporte y Movilidad del Congreso local revela una verdad ineludible: nuestro sistema de transporte público está atrapado en el pasado, según estimaciones hasta con 20 años de rezago. Mientras otras regiones avanzan hacia modelos más eficientes y sostenibles, en Tamaulipas hemos estado pateando el bote, postergando decisiones cruciales que afectan la calidad de vida de miles de ciudadanos.
No se trata sólo de actualizar rutas o renovar unidades; es una cuestión de dignidad y progreso social. El transporte público es el alma de la movilidad urbana, el motor que impulsa el desarrollo económico y la integración comunitaria. Cada día que pasa sin una acción decidida es una oportunidad perdida para mejorar nuestro presente y asegurar un futuro más prometedor.
Juan Carlos Zertuche Romero, secretario de la Comisión, ha señalado la necesidad imperante de innovación y renovación. Mirar hacia ejemplos exitosos no es un acto de imitación, sino de sabiduría. Adoptar modelos que han demostrado su eficacia es un paso lógico para impulsar el cambio que tanto necesitamos.
Además, el resurgimiento del transporte ferroviario en México abre una ventana de oportunidades que no podemos ignorar. La reciente reforma constitucional que permite al Estado recuperar y controlar el sistema ferroviario es más que una política pública; es una invitación a soñar con un país más conectado, sostenible y equitativo.
Imaginar un tren que conecte Tamaulipas con San Luis Potosí, Monterrey o la CDMX o hasta Guadalajara no es una utopía. Es una meta alcanzable que requiere visión, inversión y, sobre todo, voluntad política.
Renovar nuestro sistema de transporte es más que una obra de infraestructura; es construir el camino hacia un Tamaulipas más próspero, justo y conectado.
¿Usted qué opina?