Las nacientes y novedosas oportunidades de trabajo de los últimos años están provocando en muchos mexicanos el experimentar con la informalidad laboral, fenómeno algo preocupante, pues a largo plazo pasarán a ser jubilados sin pensiones y pobres.
Entonces con esto se puede entender que los trabajadores informales sobre todo personas entre los 21 y 35 años que están optado por trabajar por su propia cuenta, lejos estarán de recibir y por su condición de trabajador independiente, algún tipo de beneficio al momento de retirarse de su actividad, al “jubilarse”, salvo la pensión universal que puso en marcha el Gobierno Federal.
En México existen programas para apoyarlos pero a veces éstos son complementos para enfrentar la cada día más cara vida. Hay otros que se promueven, que son incompletos, limitados, que cuentan con demasiados requisitos, siendo esto para algunos inalcanzables o de mucha aportación económica en corto tiempo para obtener sus beneficios.
No, no se trata de demeritar el esfuerzo y las ganas de emprender de esos jóvenes, sino de que con tiempo analicen hacia dónde van como dueños de su tiempo laboral, si efectivamente cuentan con ese talento empresarial en todos los aspectos para aguantar, así entender si esa actividad será a largo plazo o solo algo temporal.
Conducción de vehículos de aplicación para traslado de personas, repartidores de comida rápida en motocicletas, venta de segunda mano de enseres o de uso personal, así como el ofertar infinidad de productos a través de las plataformas o redes sociales entre otros, van siendo los preferidos por los jóvenes al no generarles un horario obligatorio ni desgaste físico, ni mucha erogación económica.
Sin embargo, cierto es que infinidad de estos y por lo mismo han dejado sus estudios, se han alejado de esa preparación académica con la que podrían lograr esa otra opción en caso de que las cosas no salgan como lo planearon, de igual modo obtener esa capacitación más apropiada para reforzar lo que de cierto modo estén emprendiendo.
No se puede negar que los jóvenes de hoy dentro de unas décadas pasarán a ser esa gente adulta que demandará permanencia en puestos laborales con igualdad de oportunidades, sin embargo, mucho más difícil será para aquellos que de cierto modo no generaron continuidad de trabajo.
Entendiéndose con esto, que esos que mientras estuvieron fuertes y sanos optaron por trabajos de emprendimiento, quizás si de mayor riesgo pero de mucha libertad en su tiempo, concluirán sin esas fuertes y continuas relaciones laborales empresariales que al final del día les aporten esa seguridad económica y variadas prestaciones o beneficios.
La población de México está creciendo con mejores niveles de vida en comparación con décadas pasadas, por eso mismo muchos de los adultos están alcanzando edades por encima de los 75 años, llegando a una vejez por decir así relativamente más saludable que sus antepasados.
Pero no se tiene que ser tan excelso en este tipo de asuntos para entender lo que se ve en los últimos años que, por igual los trabajadores de todos los niveles laborales, están terminando su vida de trabajo casi presos de la pobreza al iniciar su jubilación, muchos dependiendo en consecuencia solo de su pensión.
Un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) denominado “Enfrentando los costos fiscales del envejecimiento poblacional en América Latina y el Caribe”, hace énfasis en que la población adulta no cuenta en su mayoría con una pensión que se haya derivado de una relación laboral duradera. Cierto es que esos muchos mayores de 75 años los ya jubilados, siguen relativamente activos laboralmente, al no lograr subsistir con su gasto diario, y los que no contaron con un trabajo fijo se encuentran en peores condiciones al no contar, aunque mínima, con apoyo o soporte de pensión por retiro.
Dicho estudio aclara que la informalidad laboral es un asunto que se ha estado viendo desde hace varios años y del que no se han definido mecanismos apropiados para beneficiar a ese tipo de trabajadores, pero cita que el fenómeno sí que influye en las economías y aspectos fiscales de América Latina y del Caribe, estimándolo como un desafío su pronta solución.
El BID indica que se debe lograr ese equilibrio adecuado entre minimizar el riesgo de pobreza de las personas de edad ya avanzada y evitar al máximo el desincentivar la formalidad laboral.
Ante este panorama, los jóvenes de hoy deben entender que el envejecimiento es inevitable, por lo mismo y resumiendo, deben considerar como punto importantísimo de partida el ir generando ese historial laboral formal para lograr beneficios, pero si se les da el emprendimiento y triunfan, qué bueno.
Entonces, esos “otros” que no lo logran, deben buscar su camino laboral correcto, desarrollar su talento y no dejarse llevar por el resultado en otras personas, al entender que con el paso del tiempo las posibilidades se limitarán al ya no contar con la edad permitida para esas labores, sufrir lesiones que los incapacite de por vida sin contar con ningún tipo de prestación o apoyo.