Samuel García, gobernador de Nuevo León, ha mostrado una vez más su capacidad para crear eventos rimbombantes donde, en lugar de magia, lo que abunda son trucos a medias. La más reciente de sus ‘hazañas’ se centra en la carretera La Gloria-Colombia, una obra que el gobernador ha decidido inaugurar en lo que parece ser un acto de anticipada autocelebración antes de su Segundo Informe. Pero si rascamos la superficie, nos encontramos con un camino apenas parcialmente construido.
La carretera fue abierta a la circulación, pero -y este es un gran ‘pero’- apenas un tercio de la totalidad del proyecto está completo. La inauguración, que ocurrió en el municipio de Anáhuac, fue todo un show, con cortes de listón y videos que celebraban la obra de concreto hidráulico.
“Hoy inauguramos la carretera tan esperada desde hace 40 años”, exclamó García, omitiendo la sutil pero crucial distinción de que solo inauguró 36 de los 102 kilómetros prometidos.
Ahora, comparemos esto con la Aduana de Nuevo Laredo, un punto crucial para la economía de la región y el país, catalogada como la número uno en términos de actividad comercial. La Aduana de Nuevo Laredo es una máquina bien aceitada con alta eficiencia y eficacia, gracias a su experiencia, procesando miles de transacciones cada día con Estados Unidos, el mayor socio comercial de México. Nuevo Laredo es la principal aduana, punto.
Mientras que en su comunicado oficial el estado de Nuevo León informó sobre la inversión de mil 100 millones de pesos en la carretera, omitieron detallar que se ha finalizado solo una fracción de la obra. Este tipo de malabarismos comunicativos parecen ser una constante en la administración de García, quien no dudó en calificar a los anteriores gobernadores como “viejillos” que no hicieron “una méndiga carretera en 40 años”.
Es cierto, el gobernador habla de un “nuevo Nuevo León” y alardea de la construcción de seis carreteras en dos años. Sin embargo, parece ignorar que incluye en su recuento ampliaciones de carreteras ya existentes y proyectos iniciados por sus antecesores, como el último tramo del Periférico.
El gobernador Samuel García está en su derecho de celebrar sus logros, pero también tiene el deber de ser transparente y completo en su comunicación con la ciudadanía. Una carretera a medias, como una verdad a medias, no es motivo para tirar cohetes. En lugar de cortar listones para inaugurar tramos inconclusos, sería más útil, y honesto, esperar a terminar la obra en su totalidad. Al final del día, un truco a medias no es magia, es solo un truco.
¿Usted qué opina?