SELVA URBANA

Que perros se vuelvan perras

Escrito en OPINIÓN el

Que los perros paguen y que sea con todo el código penal, así como en carne viva dentro de la cárcel, no es menos lo que el pueblo mexicano exige a la autoridad respecto a Miguel de Jesús Octavio “N” y de Fernando Medina Ramírez (a) “El Tiburón”.

El primero, bestial asesino de Milagros Monserrat, hija, madre y mujer trabajadora a la que asestó cinco puñaladas fatales en plena vía pública de León, Guanajuato, la mañana del jueves 10.

El segundo, un cobarde y artero artemarcialista, un iracundo gorilita drogadicto -tuvo que estar intoxicado- que el lunes 31 de julio vapuleó con más de 15 potentes puñetazos en rostro, cabeza y tronco, fracturándole -entre otras lesiones- nariz y pómulo a un indefenso chico de 15 años en una sucursal “Subway” en la capital potosina.

Los 127 millones de mexicanos aquí y los otros muchos millones de los nuestros, que se fueron al extranjero por no aguantar entre otras cosas, estas barbaridades, estamos indignados de todo esto, porque este par de ejemplos es el diario vivir del país, hoy todo México es León y es San Luis Potosí, la república está llena de Migueles y Fernandos.

En toda la nación a diario se viven tales bestialidades, esto ya está fuera de control, así que algo se debe hacer ¡y pronto! Ejemplarmente.

 Al menos cuando se tengan este tipo de evidencias, cada mexicano no ve menos que máximas condenas las penas que deben asentarse.

Por pocohombres y para que otros la piensen mejor, ya que hay muchos malnacidos iguales, de estos malandros tenemos racimos por doquier.

En México, la violencia y la inseguridad está contagiando a los buenos, está haciendo que la gente de bien tome las armas.

Y esto se puede volver una jungla de asfalto, un pueblo sin ley, una tierra donde impere la ley del más fuerte, la Ley del Talión se está volviendo si no el castigo merecido o el remedio, sí la catarsis de un pueblo ofendido.

Si no ocurre algo pronto, la purga o como se le llame a lo que el pueblo desea sacar de su interior, será eso, asesinatos de ladrones, de violadores, de asesinos, de abusadores, de degenerados, de heridores y atracadores.

Vemos que cada vez hay más linchados en el sur del país y en las costas del mismo, tierra de machetes, de usos y costumbres muy singulares.

VIDEOS DARÁN ELEMENTOS

Así que ahora gracias al video, casos como los de estos dos canallas serán castigados como el pueblo lo decida, con la vida de los culpables o de quienes no fueron, pero que parecían serlo.

Es decir, pagarán inocentes por pecadores, gente parecida a quienes cometieron un delito de estos.

El bajío mexicano, hoy zona muy álgida, de mucha muerte, de harta violencia, de fuego, plomo y sangre, se ha convertido en el tema de esta columna, pero lo mismo ocurre en todo el país, pues en Guerrero, Sonora, Veracruz y Chihuahua, no son diferentes las cosas.

Así que deben servir de algo las penas que muy pronto se les debe dar a este par por separado, para que de inmediato sienten precedente, que dejen sus respectivos castigos, escuela de lo que le espera a todo aquel truhán que se atreva a atacar a gente inocente.

Desde hace tiempo, gracias a las videocámaras apuntando hacia la vía pública, todos nos enteramos de inmediato de una salvajada como las señaladas, pues qué bien que no pase sin ser notada ninguna.

Que cada vez sean más las cámaras que todo el país se dote de esta efectiva herramienta, en lo gubernamental y en lo privado.

Con los sistemas de imágenes de videovigilancia ya todo mundo estamos atrapado en el ojo o en la lente, buenos y malos, casi nadie escapa, todo queda documentado.

Entonces que esta tecnología sirva a la justicia para cambiar al país, ¡urge!

La gente noble, inocente y de paz, queremos acabar con el delito, terminar de una buena vez con estos bestiales ataques, pues que la tecnología y la justicia sirvan para imponer castigo.

Y a la vez, si tales delitos no se pueden acabar por completo en una sociedad que se ha vuelto tan violenta como la nuestra, pues que sí empiece a sancionar como se debe cuando haya los elementos.

Pero siempre con el espíritu de desanimar a otros a hacer o cometer tales bajezas.

Los delincuentes van a existir siempre, los malasangre nunca se van a extinguir, pero que entonces ya la piensen mejor o que sean los menos, ya que teniendo ojos por todas parte en cada ciudad y aunado a jueces y fiscales de hierro, que se consiga aminorar todo este mal.

Queremos volver a ser un país como lo fue hace dos o tres décadas, donde no había cualquier bárbaro, eran mucho menos los trogloditas, los asesinos despiadados.

Que solo hay dos que tres muy perros, únicamente los rabiosos huérfanos, apenas uno que otro sanababiche, que esto ni sea el pan nuestro de cada día, ni que cualquier hijo de vecino los cometa.

Que videocámaras y juzgadores, sean la mancuerna para castigar con palo y con cuarta a los autores de tales atropellos, a quienes privan de la vida o mancillan a nuestro pueblo.

El ciudadano no tiene la culpa de que esos hijos de tía hayan tenido esa vida de perros, de que alguien los haya violado o les hayan quitado las entrañas para volverlos unos monstruos.

Lo que el pueblo quiere es que estos criminales paguen con sus vidas en la cárcel, sitios llenos de gente más mala que ellos.

Que los delincuentes como Miguel o Fernando sepan que por ser muy perros, irán a parar al apando, un lugar que es sinónimo de muerte para ellos o que lo menos que les sucederá es que se volverán la “perra” de alguien ahí dentro, en chirona.

Feliz domingo para todos, por un México que debe cambiar para bien, porque somos más los buenos.