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Miedo al futuro

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Hace poco tiempo, en una de esas noticias curiosas, se relataba la reacción de una joven de 18 años que utilizaba una aplicación que le revelaba cual iba a ser su aspecto al envejecer. La mostró con sus arrugas y canas. Su reacción, que ella misma subió a tik tok, se volvió viral: no pudo dejar de llorar al descubrir lo deteriorada que se veía en ese momento. Algunos usuarios, obviamente, la criticaron por ello y le hicieron la recomendación: más que preocuparse por el futuro, hay que vivir plenamente el presente. El futuro no es oscuro: lo hacemos oscuro.

En otro diario, se mostraba que un grupo de científicos (obviamente no se menciona el nombre de ellos), pronosticaban sobre el colapso de la humanidad en unos pocos años, por nuestra conducta irresponsable. Este tipo de noticias, que no hacen más que aumentar el miedo, siempre tendrán mucha difusión. No podemos evitarlo: tenemos miedo al futuro personal y social.

Y aunque mensajes como estos siempre han existido, el consejo en lo individual y social es el mismo: vivir plenamente (que no significa ser irresponsable) la vida.

En un mensaje del año pasado, el Papa daba estos consejos a las familias:

Queridos padres, la Palabra de Dios nos muestra el camino: no preservar a los hijos de cualquier malestar y sufrimiento, sino tratar de transmitirles la pasión por la vida, de encender en ellos el deseo de que encuentren su vocación y que abracen la gran misión que Dios ha pensado para ellos. Queridos padres, si ayudan a vuestros hijos a que descubran y acojan su vocación, veréis que ellos estarán “aferrados” a esta misión y tendrán la fuerza de afrontar y superar las dificultades de la vida.

Quisiera agregar también que, para un educador, el mejor modo de ayudar a otro a seguir su vocación es el de abrazar la propia vocación con amor fiel. Es estimulante para los hijos ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia como una misión, con fidelidad y paciencia, a pesar de las dificultades, los momentos tristes y las pruebas. Todos sabemos que llegan momentos en los que es necesario cargar sobre sí las resistencias, las cerrazones, las incomprensiones que provienen del corazón humano y transformarlas en acogida del otro, en amor gratuito.

También ustedes, acogiendo la llamada al matrimonio y a la familia, han dejado su “nido” y han iniciado un viaje del que no podían conocer anticipadamente todas las etapas y que los mantiene en constante movimiento, con situaciones siempre nuevas, acontecimientos inesperados, sorpresas, algunas de ellas dolorosas. Así es el camino con el Señor. Es dinámico, es impredecible, y es siempre un descubrimiento maravilloso. Recordemos que el descanso de todo discípulo de Jesús está precisamente en hacer cada día la voluntad de Dios, sea cual fuere.

Queridas familias, también ustedes están invitadas a no tener otras prioridades, a “no volverse atrás”, es decir, a no echar de menos la vida de antes, la libertad de antes, con sus ilusiones engañosas. Cuando no se acoge la novedad de la llamada de Dios la vida se fosiliza, añorando el pasado. Y este camino de estar echando de menos el pasado y no acoger las novedades que Dios nos manda, nos fosiliza, siempre; nos vuelve duros, no nos hace humanos. Cuando Jesús llama, también al matrimonio y a la familia, pide que miremos hacia adelante y siempre nos precede en el camino, siempre nos precede en el amor y en el servicio. Quien lo sigue no queda defraudado.

Con la fuerza de esta Palabra de vida, los animo a retomar con decisión el camino del amor familiar, compartiendo con todos los miembros de la familia la alegría de esta llamada. Y no se trata de un trayecto fácil, no; no es un camino fácil. Habrá momentos de oscuridad, momentos de dificultad en que pensaremos que todo se acabó. Que el amor que vivís entre ustedes sea siempre abierto, extrovertido, capaz de “alcanzar” a los más débiles y a los heridos que encontráis a lo largo del camino; frágiles en el cuerpo y frágiles en el alma. El amor, en efecto, también el familiar, se purifica y se refuerza cuando se da.

La apuesta por el amor familiar es valiente; hace falta valor para casarse. Vemos a tantos jóvenes que no tienen el valor de casarse, muchas veces alguna mamá me dice: “Haga algo, hable con mi hijo, ¡ya tiene 37 años y no se casa!”. “Pero, señora, no le planche las camisas, empiece a alejarlo un poco, deje que salga del nido”. Porque el amor familiar empuja a los hijos a volar, les enseña a volar y los anima a volar. No es un amor posesivo, sino de libertad; siempre. Y luego, en los momentos difíciles, en las crisis ?todas las familias tienen crisis, todas pasan por ellas?, por favor, no tomes la salida fácil: “Regreso con mamá”. Sigan adelante, con esta apuesta valiente. Habrá momentos duros, habrá momentos difíciles, pero hay que seguir adelante, siempre. Tu marido, tu mujer tiene esa chispa de amor que habéis experimentado al principio; dejen que salga de su interior, descubran de nuevo el amor. Esto los ayudará mucho en los momentos de crisis.

padreleonardo@hotmail