SOPA DEL DÍA

La era dorada de las corridas de toros en Nuevo Laredo

Escrito en OPINIÓN el

Eran tiempos distintos, tiempos bañados en sepia, donde los fines de semana en Nuevo Laredo se vestían de arte y bravura con las populares corridas de toros. Aficionados de ambos lados del río Bravo, México y Estados Unidos, se unían con alegría a estos convites de pasión y tradición. Es cierto, había voces discordantes, pero en general eran vistas como un legado cultural, una herencia viva que latía en el corazón de Nuevo Laredo.

Las plazas de toros de la ciudad, monumentos a la bravura y el arte, encontraban en sus espectadores una fervorosa acogida, desde aquella en el mismo corazón de la pequeña urbe, hasta la venerable Plaza de Toros ubicada entre las calles Bolívar y Juárez en los años cuarenta.

“Había un encanto especial en esos días”, recuerda un nostálgico en las redes sociales, sus palabras evocan el restaurante familiar “San Antonio”, un lugar que vibraba en la esquina de Guerrero y Bolívar, y que durante las corridas de toros, se llenaba de turistas: “Mi padre se las ingeniaba para “aparcar” coches y ganarse unas propinas generosas”.

Otros, sumergen sus pensamientos en los recuerdos de esas tradicionales corridas, en la llegada de estrellas brillantes que visitaban nuestra tierra neolaredense.

“El Café Tropical era de mis padres, frente a la plaza de toros. Aún no había nacido yo, pero mis hermanas me han relatado la historia. Fui en mis años jóvenes a las rondas infantiles, recuerdos hermosos”, añade otro seguidor en la red.

Alrededor de la plaza de toros, la vida bullía con intensidad. Las tiendas de barrio y negocios familiares florecían. “Mi barrio, mi hogar, mi infancia... los abarrotes El Cartel, El Taurino, Casa Guerra, la carnicería de la esquina, Lonchería Chavalín, Casa Lucy... y sobre todo la plaza”, relata otra seguidora, sus palabras doradas por la añoranza.

El antiguo Nuevo Laredo sigue vivo, pulsa en el corazón de aquellos que recorrieron sus benditas calles en la infancia. “Trabajábamos en los bomberos frente a la plaza de toros, aparcábamos coches durante cada evento. Eso nos daba un respiro”, comparte otro seguidor, su memoria cargada de melancolía.

Así, día a día, se entretejía la historia local. “Los toros en domingo… Las luchas en lunes y box los viernes...y aparte las rondas infantiles…”, rememora otro.

Es innegable, los tiempos han cambiado. Las corridas de toros ahora solo viven en la memoria, en un pasado que para muchos sigue siendo tan vivo como el día de ayer.

¿Y usted qué opina? ¿Cómo recuerda esos días dorados en Nuevo Laredo?