MÉXICO, S.A.

Minoría rapaz y vals fiscal

Escrito en OPINIÓN el

En los tiempos electorales de 2006, un indignado dirigente patronal (Alberto Fernández Garza, expresidente de la Coparmex y entonces cabeza visible de la Caintra Monterrey), se quejaba amargamente por la falsa denuncia pública de uno de los candidatos a la Presidencia de la República (Andrés Manuel López Obrador) de que los grandes corporativos no cumplían con sus obligaciones fiscales y que, por el contrario, y año tras año, el gobierno puntualmente les devolvía o condonaba cientos de miles de millones de pesos.

De hecho, ese representante de la minoría rapaz, con lágrimas en los ojos, aseguraba que no hacemos otra cosa que pagar impuestos, y por lo mismo promovía una huelga fiscal si ese abanderado partidista llegaba a Los Pinos. Y no llegó –ya se sabe por qué–, y el indignado, junto con sus representados, fue feliz, porque el mecanismo de no pagar impuestos y a cambio recibir multimillonarias devoluciones o condonaciones fiscales no sólo se mantuvo, sino que Borolas y Peña Nieto generosamente lo incrementaron.

Finalmente, y para la desgracia del indignado y sus representados, el de la falsa denuncia pública llegó a la Presidencia de la República y no sólo documentó la evasión fiscal de los grandes corporativos, sino que puso manos a la obra: cobrar multimillonarias cantidades en impuestos evadidos y destinar esos recursos al bienestar de la mayoría.

Por aquellos ayeres electorales, en este espacio se comentó que algo más que pagar impuestos hacen los grandes empresarios del país, porque si se atienden los resultados de un trabajo de campo realizado (2005) por el Instituto Libertad y Democracia a petición del Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Multilateral de Inversiones, la afirmación del expresidente de la Coparmex y entonces cabeza visible de la Caintra Monterrey invita a la risa, porque en México menos de 10 por ciento de las empresas están registradas legalmente y/o cuentan con el estatus de entidad legal o persona moral legal.

Entonces, no sólo evadían sus obligaciones fiscales, sino que se pasaban por el arco del triunfo la constitución de empresas bajo el marco legal. Eso y mucho más, pero lo cierto es que cada vez que al gran capital le tocan el vals fiscal de inmediato sus cabezas visibles se retuercen, chantajean, se aceleran y arman campañas mediáticas, siempre con la amenaza de la huelga de impuestos en la cabeza, y no sólo en el caso de Ricardo Salinas Pliego. Y verdadero, también, es que por mucha gritería que armen lo cierto es que, si pagan, aún lo hacen en una mínima proporción.

De hecho, el Servicio de Administración Tributaria (SAT, en tiempos de Raquel Buenrostro, con datos de 2020) elaboró una suerte de guía fiscal en la cual subrayaba que la tasa del impuesto sobre la renta (ISR) para empresas es de 30 por ciento; sin embargo, con las deducciones indebidas, planeaciones fiscales e interpretaciones legales agresivas (defraudación fiscal), sus contribuciones se reducen considerablemente, presentando tasas efectivas de menos de 2 por ciento, sin considerar las devoluciones. Si éstas se incluyen, habría empresas con tasas negativas, es decir, el gobierno federal está subsidiando su operación en México.

En esa suerte de guía (Tasas efectivas de impuesto sobre la renta de grandes contribuyentes), el SAT detalló el impuesto real que, en su caso, se paga en 40 actividades económicas. Por ejemplo, en el sector de servicios financieros y seguros (uno de los más boyantes en términos de utilidades netas) se cubren tasas efectivas de entre 4.34 (casas de bolsa), 5.33 (banca privada) y 6.28 por ciento (compañías afianzadoras). En la minería, entre 5.51 (oro), 6.78 (plata) y 7.98 por ciento (cobre y níquel). Y no son las tasas más elevadas.

Como lo precisó el SAT, en esas 40 actividades económicas se estima que hay un monto potencial de evasión y elusión fiscal de alrededor de 700 mil millones de pesos, lo que representa 3 por ciento del producto interno bruto de 2020. De ese tamaño el alcance del dicho de Fernández Garza (y sus sucesores en las organizaciones patronales) de que él y sus representados no hacemos otra cosa que pagar impuestos.

Las rebanadas del pastel:

Cierto es que, como el mismo abonero lo explica, los problemas fiscales de Ricardo Salinas Pliego son largos y añejos y no son surgidos en este gobierno, pero si Fox, Borolas y Peña Nieto no hicieron el menor esfuerzo para cobrarle, le dieron largas y largas, y lo dejaron pasar, pues con López Obrador no, y esa es su ira.

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