La frontera entre México y Texas ha sido testigo de incontables intercambios culturales, comerciales y humanos. Es una arteria vital en la relación binacional que ha moldeado la historia y economía de ambas naciones. Pero hoy, esta vitalidad se encuentra frente a un muro, con miles de camiones cargados de mercancías, atorados en la frontera, principalmente en la zona de Ciudad Juárez y El Paso, y anteriormente en Piedras Negras-Eagle Pass.
El reciente accionar del gobierno del estado de Texas, liderado por el gobernador Greg Abbott, ha generado una parálisis de proporciones inéditas. La imposición unilateral de revisiones a camiones mexicanos en la región fronteriza ha dejado, según registros de Canacar, al menos 19 mil camiones en espera para cruzar, con mercancías valoradas en mil 900 millones de dólares. En menos de un mes, esta medida ha desencadenado un estrangulamiento económico, afectando tanto al sector empresarial como al trabajador común.
“El valor de las mercancías que se encuentran varadas asciende a mil 900 millones de dólares, lo que ha generado ya una grave afectación al comercio entre México y Estados Unidos”, señala Canacar.
Es evidente que no sólo estamos hablando de números y cifras, sino del sustento de miles de familias que dependen del flujo constante y armonioso en esta frontera.
Además de la preocupación económica, hay una dimensión humana en esta crisis. Las largas filas y los tiempos de espera de hasta 24 horas no sólo significan pérdidas económicas, sino también riesgos para los operadores de camiones que quedan varados y enfrentan amenazas como robos y asaltos. En esta línea, vale la pena destacar el compromiso de las autoridades de Ciudad Juárez y la Guardia Nacional, que han trabajado para garantizar la seguridad de estos trabajadores.
Es imperativo recordar, como señala la Secretaría de Economía, que México es el “primer comprador de exportaciones texanas” y el principal socio comercial de Texas. El comercio entre ambas regiones en el 2021 ascendió a 231 mil millones de dólares, sustentando 400 mil empleos. Estas cifras no sólo demuestran la interdependencia económica, sino también el grado de integración y cooperación que ha caracterizado a estas dos naciones.
¿A qué se debe entonces esta decisión apresurada y unilateral del gobierno encabezado por el gobernador texano?
“Consideramos que medidas como las impulsadas por el gobierno de Texas tienen una afectación directa a las cadenas de suministro y compromete la estabilidad de miles de empresas… no corresponde al espíritu de desarrollo y entendimiento que anima al T-MEC”, declara Canacar.
La reflexión es pertinente, pues las decisiones en esta materia deberían estar guiadas por el entendimiento mutuo y la cooperación.
La situación actual exige un esfuerzo diplomático renovado. La interconexión entre Texas y México no sólo es vital para la economía, sino también para el futuro de la región. Es imperativo que el gobierno texano reconsidere su postura y que ambos gobiernos trabajen juntos para garantizar un flujo comercial que beneficie a ambos lados de la frontera, que es más que una línea en el mapa. No permitamos que decisiones unilaterales y precipitadas oscurezcan este legado.
¿Usted qué opina?