Los partidos y los campeonatos se ganan tanto dentro como fuera de la cancha. Y no me refiero a asuntos turbios, que tampoco faltan, sobre todo en torno al equipo que nos ocupa. Hablo sobre el trabajo de gabinete que deben desempeñar las instituciones en busca de refuerzos que funcionen, de preferencia en el corto plazo.
El América tiene la costumbre, desde hace un buen tiempo, de comprar jugadores provenientes del Santos que están rompiendo la Liga. Ejemplos hay tantos, Matías Vuoso, Darwin Quintero, Agustín Marchesín, Oribe Peralta, el tristemente fallecido Christian Benítez…
Prácticamente los de Torreón son un equipo satélite de las Águilas, como un semillero, unas fuerzas básicas, una incubadora, una filial, no sé cómo llamarlo. La más reciente adquisición de los de Coapa no llegó directo, sino con varias escalas, pero eso no va a cambiar nada.
Jonathan “Cabecita” Rodríguez es un killer en la Liga MX. Nada de si podrá o no. No tiene nada qué demostrar, allí están sus credenciales, pero para esos hombres y mujeres de poca fe que dudan, contrario al Mesías, que perdonó a diestra y siniestra, el uruguayo no va a perdonar las que tenga.
Cuenta con 28 años, edad cúspide para un futbolista profesional. Aún es joven, pero ya tiene experiencia. No ha perdido velocidad, ni fuerza, ni salto, ni nada. Tal vez haya perdido un poco de confianza en estos meses recientes en que la portería rival le ha sido esquiva y no ha jugado lo suficiente. No sé, pero si es así, va a recuperar con creces el autoestima en unas cuantas semanas, cuando empiece a mecer las redes enemigas. Para eso vino y es lo que va a hacer, para desgracia de quienes detestamos al América.
Incluso no sería descabellado, con la sequía extrema que sufren los delanteros de El “Nido”, que en el último año futbolístico han anotado a cuentagotas, pues Federico Viñas registra dos goles en 30 partidos, Henry Martín, seis en 34, y Roger Martínez, cinco en 35 duelos, que el charrúa se destape y marque más que sus tres colegas juntos en un lapso similar, para lo cual le bastarían siete dianas por semestre, incluyendo ambas Liguillas, algo bastante asequible para su instinto goleador.
Este movimiento ofensivo en el tablero por parte del villano del balompié mexicano, es una apuesta doble a ganar, tanto del equipo como del jugador. El club quiere otra estrella, mientras que el excruzazulino busca disputar el Mundial a finales del 2022. Lo segundo me daría gusto; lo primero me haría trabajar horas extra la bilis, de por sí.
Rodríguez compite por el puesto con Darwin Núñez, quien acaba de ser comprado hace unos días por un verdadero grande del futbol mundial (y no lo que tenemos aquí), Liverpool. Por cierto, la Liga de Inglaterra, a mi juicio la mejor del planeta, pone un filtro riguroso a los extranjeros que quieran llegar a la isla, tener cierto número de minutos disputados con su Selección, ¿cuándo pondremos algo aquí menos estricto, vaya, pero parecido, para que nos lleguen más Cardozos, Aguinagas, Cabinhos, Reynosos, Marines y menos Maranhaos, Cristaldos, primos de Messi, etc.?
El ‘Cabecita’, una apuesta para ganar
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