En ninguna reta en la historia del “mundo mundial” ha quedado alguien sin jugar. El que llega entra con el equipo que mete gol, y el siguiente se va con los otros, para emparejar las escuadras.
El domingo tenemos un partido trascendental. Está en disputa el título estatal. Todos jugamos. En el equipo que quieras. Así es el futbol.
Los actuales campeones son los blanquiazules, pero no parece que vayan a refrendar la corona. Están “perdidísimos” y “podridísimos”. Su juego no tiene ni pies ni Cabeza.
Los panaderos (monarcas aún vigentes) tomaron refuerzos del equipo tricolor y de los amarillos. Si es que a esos troncazos se les puede llamar refuerzos. No saben ganar y tampoco saben perder. Hacen berrinche durante meses y quieren ganar en la mesa lo que no pudieron ganar en la cancha. Son más tramposos que el América y se desgarran las vestiduras y hasta se arrancan los cabellos injertados.
Tienen comprado al árbitro y ni así van a dar pelea. Lo único que dan son patadas de ahogado. Reparten patadas en las espinillas a diestra y siniestra y ni una preventiva se llevan. También reparten despensas para tratar de tener a la afición de su lado, pero no les funciona. Los momios marcan dos goles de diferencia en contra de los blanquiazules. La apuesta es cosa segura.
Vamos a hacer un ejercicio de imaginación. Es la recta final del encuentro. La cancha está inclinada. Les estamos apedreando la casa: centros, salvadas en la línea, remates al travesaño, disparos que remueven las redes por fuera, pero incluso así la diferencia es de un gol nada más. En cualquier momento los campeones pueden igualar con alguna gambeta, artimaña o “truco”. Ya sabemos cómo se las gasta el técnico que tienen a la Cabeza.
Nada, nada se puede descartar. Ese estratega reynosense es el más inescrupuloso de todos. Superó a los anteriores cuatro de la Academia Tricolor. Es increíble. No deja títere con Cabeza.
Se cumplen los 90 minutos reglamentarios. Comienza el tiempo de reposición. Penal en contra de los panaderos. El balón lo tomas tú. Es una pelota cuadrada, como la que siempre soñó Kiko. Bueno, no es cuadrada, es rectangular y plana. La portería ya sabes cuál es. Está en tus pies y en tus manos el destino de este encuentro. Si es gol se acaba el partido y seis años de pesadilla. Estamos cerca, muy cerca…
El equipo blanquiazul se cae a pedazos
Su juego no tiene ni pies ni Cabeza. Sobornan árbitros y ni así dan pelea. Lo único que dan son patadas de ahogado; se saben "perdidísimos", ya que están podridísimos. Quieren ganar en la mesa lo que no pudieron ganar en la cancha y se desgarran las vestiduras y se arrancan los cabellos injertados.
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