Volvió a quedar más que claro quién está del lado del pueblo y quién en su contra. Con la aprobación de la reforma a las leyes electorales, cuya iniciativa originada por el Ejecutivo tuvo que constreñirse al plano secundario debido a una minoría rapaz que se niega a perder privilegios oligárquicos y cuotas de poder, se reafirma una vez más que existen sólo dos bandos muy bien delineados que se disputan el poder político con miras a las elecciones del 2024. En esta ocasión la disputa fue por defender la democracia, vista esta desde dos puntos de vista equidistantes y muy antagónicos. Unos, con pruebas en la mano, y con episodios históricos -unos recientes y otros no tanto- que constatan la evidente manipulación de la voluntad popular al antojo de una elite económica corrupta, cuando por el otro lado se encuentra, este mismo grupo conservador que no sólo se resiste en aceptar que vivimos nuevos tiempos, quedando atrás la hegemonía acertadamente calificada -esa sí-, por Vargas Llosa como la “Dictadura Perfecta”, que sólo vino a perfeccionarse aun más con la “Concertacesión Salinista”, sino que estos cínicos, cretinos y simuladores profesionales, se rehúsan en comprender, más aun en aceptar, que a quienes tuvieron por décadas oprimidos, callados y controlados, han por fin despertado, y su voto, ahora sí, cuenta, y se hace valer.
Están ya muy vistos, sólo faltan unos cuantos que se decidan por cuál lado se terminarán por peinar, a unos les ganó la tripa, a otros sólo les floreció aún más la avaricia, pero todos, sin excepción, demuestran un genuino desprecio por las clases populares, por sus derechos y libertades. Son clasistas, racistas, intolerantes -y no me cansaré de decirlo ya que es fundamental su registro en la historia, mas aun si queremos no volver a repetirla- y son muy, pero muy, rateros. Es por ello que odian al Presidente y lo insultan cada vez que tienen oportunidad.
No pueden soportar que alguien represente y aglutine los verdaderos sentimientos de la nación. No pueden permitirse que la voz de los pobres, de las mujeres, de los jóvenes, de los indígenas, de los homosexuales, de los millones de hombres y mujeres honestos, trabajadores y moralmente superiores por el humanismo característico de quien hace del “ser” una fortuna mayor que del “tener”, se tome en cuenta de manera igualitaria y equitativa que la de ellos, quienes, por el solo hecho de pensar que la decisión de elegir es una prerrogativa exclusiva de aquellos que se encuentran por encima de la pirámide socio-económica, y no un asunto que nos compete a todos.
Ya lo ha advertido nuestro Presidente, no son, ni pocos, mucho menos son pacifistas, en efecto, cada vez se desenmascaran y salen del closet con más rabia que nunca, se les nota no sólo en sus expresiones faciales, que ya de por sí son hoscas y negativas, sino en sus dichos y discursos cuyo contenido incendiario incita al odio y a la violencia.
Ya habíamos expresado aquí, en este mismo espacio, en reiteradas ocasiones, sobre esta construcción de narrativa que utilizan en los medios, cuyo control lo mantienen a billetazos, de insistir una y otra vez, repitiendo la mentira hasta la saciedad con el objetivo de convertirla en verdad, utilizando el golpe blando y el no tan blando también, cada que pueden, en contra, no sólo del Presidente de la República, sino en contra también de todo lo que él representa, con el firme objetivo de debilitarlo, desacreditando así la Transformación emprendida por la gran mayoría del pueblo. Tienen, estos golpistas y traidores a la Patria muy claro que su única opción para regresar al poder y seguir robando es asaltándolo, secuestrándolo y derrocando al Presidente. Pero como no tienen mayoría, ni creen en ella, y saben que no la van a tener, han apostado aliarse con los gringos para asestar otro golpe de Estado más como es su costumbre.
ADENDUM
Felices fiestas y nuestros mejores deseos estimado lector, estimada lectora. Que la dicha y la paz reinen siempre en sus corazones. ¡Y que viva la democracia!